>
Facultad de Teología de la USTA/Asignatura: Patrología
Seminarista: Michael Daniel Cuevas
Bogotá: 4 de marzo del 2015.
Síntesis
de la Epideixis de Irineo de Lión
PRÓLOGO (cc. 1-3)
1. Conozco, querido Marciano, tu empeño
en seguir la senda de la piedad el único camino que lleva al hombre a la vida
eterna; me alegro por ello y pido por ti para que, conservando pura la fe, resultes
grato a Dios, tu Creador. Lo que te envío es una especie de promemoria sobre
los puntos fundamentales, de tal modo que en pocas páginas puedas encontrar
abundante material teniendo reunidas concisamente las líneas fundamentales del
cuerpo de la verdad y con este compendio tengas a mano las pruebas de las
realidades divinas. En realidad, para aquéllos que ven no hay más que un camino
ascendente, iluminado por la luz celeste; pero para aquéllos que no ven, los
caminos son muchos, sin iluminación y descendentes. El primero conduce al reino
de los cielos y une al hombre con Dios; los otros llevan a la muerte y alejan
de Dios.
El conocimiento de la verdad y las
buenas obras
2. Y como el hombre es un ser viviente
compuesto de alma y cuerpo, así es necesario y conveniente que exista en virtud
de tales dos elementos; y puesto que del uno y del otro, de los dos, emanan las
caídas, la pureza del cuerpo está en abstenerse y rehuir toda cosa inverecunda
y toda acción injusta, y la pureza del alma está en conservar intacta la fe en
Dios, sin agregar ni quitar nada de ella. Por esto dice el Espíritu Santo por
medio de David: Dichoso el hombre que no ha caminado en el consejo de los
impíos (Sal 1,1), es decir, en el consejo de los pueblos que no conocen a Dios;
de hecho, impíos son aquellos que no veneran a Aquél que es, por naturaleza,
Dios. De ahí que el Verbo dice a Moisés: Yo soy el que soy (Ex 3,14). De esta
forma los que no veneran a Aquél que verdaderamente es, son impíos. El que no
se ha parado en el camino de los pecadores (Sal 1,1). Y son pecadores los que
poseen el conocimiento de Dios y no guardan sus mandamientos, es decir, los que
le desprecian. Que tampoco se sienta en la cátedra de los cínicos (Sal 1,1).
Cínicos son los que con doctrinas falsas y perversas no sólo se corrompen a sí
mismos sino también a los demás. La cátedra de hecho es el símbolo de la
escuela. Así son los herejes: se sientan en la cátedra de los cínicos y
corrompen a los que toman el veneno de sus doctrinas.
La Regla de la fe: fundamento de la
verdad y de la salvación
3. Así pues, por temor a cosa semejante,
nosotros debemos mantener inalterada la Regla de la fe, y cumplir los
mandamientos de Dios creyendo en Él, temiéndole como a Señor y amándole como a
Padre. Por lo tanto, un comportamiento de este estilo es una conquista de la
fe, pues, como dice Isaías: Si no creéis no comprenderéis (Is 7,9); la fe nos
es concedida por la verdad, pues la fe se fundamenta en la verdad. En primer
lugar la fe nos invita insistentemente a rememorar que hemos recibido el
bautismo para el perdón de los pecados en el nombre de Dios Padre y en el
nombre de Jesucristo, Hijo de Dios encarnado, muerto y resucitado, y en el
Espíritu Santo de Dios; que el bautismo es el sello de la vida eterna, el nuevo
nacimiento de Dios, de tal modo que no seamos ya más hijos de los hombres
mortales, sino de Dios eterno e indefectible; que el Eterno e Indefectible es
Dios, por encima de todas las creaturas, y que cada cosa, sea de la especie que
sea, está sometida a Él, y cuanto a Él fue sometido fue por Él creado.
LA CATEQUESIS APOSTÓLICA (cc. 4-41)
Dios creador de todas las cosas
4. Porque es necesario que las cosas
creadas tengan por principio alguna causa grande, y el principio de todo es
Dios; Él no tiene origen en otro, antes por el contrario, todo fue creado por
Él.
Dios crea por medio del Verbo y del
Espíritu
5. He aquí la demostración [de esta
doctrina]: que hay un solo Dios, Padre, increado, invisible, creador del
universo; ni por encima de Él ni después de Él existe otro Dios; que Dios es
racional y por esto todos los seres fueron creados por medio del Verbo; y Dios
es Espíritu, y con el Espíritu lo dispuso todo, según dice el profeta: Por la
palabra del Señor fueron establecidos los cielos, y por obra de su Espíritu
todas sus potencias (Sal 32,6).
Los tres artículos de la Fe: Padre, Hijo
y Espíritu Santo
6. He aquí la Regla de nuestra fe, el
fundamento del edificio y la base de nuestra conducta: Dios Padre, increado,
ilimitado, invisible, único Dios, creador del universo. Éste es el primer y
principal artículo. El segundo es: el Verbo de Dios, Hijo de Dios, Jesucristo
nuestro Señor, que se ha aparecido a los profetas según el designio de su
profecía y según la economía dispuesta por el Padre; por medio de Él ha sido
creado el universo. Y como tercer artículo: el Espíritu Santo por cuyo poder
los profetas han profetizado y los padres han sido instruidos en lo que
concierne a Dios, y los justos han sido guiados por el camino de la justicia, y
que al fin de los tiempos ha sido difundido de un modo nuevo sobre la
humanidad, por toda la tierra, renovando al hombre para Dios.
El bautismo nuevo nacimiento en Dios
Padre, Hijo y Espíritu Santo
7. Por eso el bautismo, nuestro nuevo
nacimiento, tiene lugar por estos tres artículos, y nos concede renacer a Dios
Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo.
Dios Padre bondadoso y justo
8. Y si el padre es denominado por el
Espíritu Santo, Altísimo, Omnipotente y Señor de las potencias, es para que
lleguemos a conocer a Dios, es decir, el creador del cielo y de la tierra y de
todo el universo, creador de los ángeles y de los hombres y Señor de todos, por
medio del cual todo existe y permanece en vida, misericordioso, compasivo,
tiernísimo, bueno, justo, Dios de todos, de los Judíos, de los Gentiles y de
los creyentes; pero de los creyentes es Dios Padre, pues al fin de los tiempos
abrió Él el testamento de la adopción filial; sin embargo para los Judíos es
Señor y legislador porque cuando aquellos hombres, en los tiempos medios,
olvidaron a Dios alejándose y rebelándose contra Él, los recondujo a la
obediencia mediante la ley para que cayeran en la cuenta que tenían un Señor
que es autor, creador y que da el soplo de vida, al cual debemos prestar culto
día y noche; y para los Gentiles es creador, demiurgo y omnipotente. Para
todos, sin excepción, es dador de alimento y manjar, rey y juez, porque nadie
escapará a su juicio, ni judío, ni gentil ni ningún creyente que haya pecado y
ni siquiera un ángel
Los siete cielos, los dones del Espíritu
y el culto angélico
9. Este mundo hállase rodeado de siete
cielos, en los cuales habitan innumerables potencias, ángeles y arcángeles, que
aseguran un culto a Dios todopoderoso y creador del universo. En efecto, dice:
Sobre él se posará el Espíritu de Dios, Espíritu de sabiduría e inteligencia,
Espíritu de consejo y de fortaleza, [Espíritu de Ciencia] y de piedad; le
conquistará el Espíritu del temor de Dios (Is 11,2-3). El primer cielo, pues, a
partir de lo alto, que contiene a los restantes, es la sabiduría; el segundo es
la inteligencia; el tercero es el consejo; el cuarto, en línea descendente, es
la fortaleza; el quinto es la ciencia; el sexto es la piedad; el séptimo, que
corresponde a nuestro firmamento, está repleto del temor de este Espíritu que
ilumina a los cielos. De ahí tomó Moisés el modelo del candelabro de los siete
brazos que arde ininterrumpidamente en el Santuario.
La glorificación del padre por el Hijo y
por el Espíritu Santo
10. A que este Dios, es decir el Padre,
viene pues glorificado por su Verbo, que es su Hijo para siempre, y por el
Espíritu Santo, que es la Sabiduría del Padre de todos. Y sus potencias, la del
Logos y de la sabiduría, llamadas también Querubines y Serafines, glorifican a
Dios con voz incesante; y cualquier otra creatura que con ellas está en los
cielos da gloria a Dios, Padre de todos.
Dios plasma al hombre con sus manos
11. Al hombre empero lo plasmó Dios con
sus propias manos, tomando el polvo más puro y más fino de la tierra y
mezclándolo en medida justa con su virtud. Dio a aquel plasma su propia
fisonomía, de modo que el hombre, aun en lo visible, fuera imagen de Dios.
Porque el hombre fue puesto en la tierra plasmado a imagen de Dios. Y a fin de
que pudiera vivir, sopló Dios en su rostro un hálito vital, de manera que tanto
en el soplo como en la carne plasmada el hombre fuera semejante a Dios.
El paraíso lugar de delicias
12. Habiendo, pues, constituido al
hombre dueño de la tierra y de toda cosa que hay sobre ella, secretamente le
constituyó también dueño de aquellos que en ella tienen oficio de siervos. Y a
fin que se alimentara y desarrollara con gozo y alegría, fuere preparado un
sitio mejor que este mundo, superior a él por el aire, la belleza, la luz, el
alimento, las plantas, los frutos, las aguas y todas las demás cosas necesarias
para la vida. Y este lugar tiene por nombre Jardín. El Jardín era tan bello y
agradable que el Verbo de Dios se personaba con frecuencia en él; se paseaba y
entretenía con el hombre prefigurando lo que había de suceder en el futuro, es
decir, que el Verbo de Dios se haría conciudadano del hombre y conversaría y
habitaría con todos los hombres enseñándoles la justicia.
La creación de Eva
13. Entonces Dios decidió, asimismo,
crear una ayuda al hombre, diciendo: No es bueno que el hombre esté solo, voy a
hacerle el auxiliar que le corresponde (Gn 2,18). Como el sueño no existía en
el Jardín, fue inspirado sobre Adán por voluntad de Dios, para realizar una
obra a partir de otra obra. Tomó, entonces, una costilla de Adán, llenó de
carne el vacío creado, y con la costilla extraída hizo a la mujer y así la presentó
a Adán. Éste, en viéndola, exlamó: ¡Ésta si que es hueso de mis huesos y carne
de mi carne. Su nombre será hembra, porque la han sacado de su hombre! (Gn
2,23).
Adán y Eva en perfecta armonía
14. Y Adán y Eva, pues así se llamaba la
mujer, estaban desnudos y no sentían vergüenza, porque su mentalidad era
inocente e infantil y no brotaban en ellos imaginaciones y pensamientos como
los que engendran en el alma la concupiscencia y la pasión atizadas por el mal.
El mandamiento de Dios
15. Y le impuso Dios algunas reglas, de
suerte que, si observaba el mandamiento de Dios, permanecería siempre tal como
era, esto es, inmortal. Pero, si no la observaba, se haría mortal, destinado a
disolverse en la tierra de donde había sido tomado su plasma. Y éste era el
mandamiento: De todo árbol que está en el interior del Jardín, come y
aliméntate. Más del árbol de donde procede la ciencia del bien y del mal, de
ése sólo no comerás, pues el día que comáis de él moriréis de muerte (Gn
2,16-17).
Satán provoca el pecado, la ruina del
hombre
16. El hombre no cumplió el mandato sino
que desobedeció a Dios. El ángel lo sedujo, celoso y envidioso del hombre por
los numerosos dones con que Dios le había colmado. El ángel, convertido así en
jefe y guía del pecado, fue castigado por haber ofendido a Dios, y consiguió al
mismo tiempo que el hombre fuera expulsado del Jardín. Y porque con su intento
se rebeló y apostató de Dios, fue llamado en hebreo Satán, es decir, apóstata,
aunque también le dicen diablo. Dios maldijo además a la serpiente, que había
sido disfraz del diablo; maldición que alcanzó al animal mismo y al ángel
escondido en él, Satán.
El drama de los hijos de Adán: Caín y
Abel
17. Desterrados del Jardín, Adán y su
mujer, Eva, padecieron muchas miserias y vivieron en este mundo lleno de
tristeza, fatigas y lamentos. Porque el hombre trabajaba la tierra bajo los
rayos del sol, y la tierra producía espinas y abrojos, castigo del pecado.
Entonces se cumplió el dicho de la Escritura: Adán se unió a su mujer; ella
concibió, dio a luz a Caín y, después, dio a luz a Abel. Mas el ángel rebelde,
el mismo que impulsó al hombre a la desobediencia, que le había hecho pecador y
causado su destierro del Jardín, no contento con el primero, obró un nuevo
daño, esta vez sobre los dos hermanos; porque llenando a Caín de su propio
espíritu le hizo fraticida. Por esto Dios montó en cólera y maldijo a Caín y
desde entonces todos los descendientes en la línea de su sucesión fueron
semejantes a su progenitor. Dios, después, hizo que Adán tuviese otro hijo en
sustitución del asesinado Abel.
Los Gigantes. La dilatación de la maldad
y la disminución de la justicia
18. La maldad, extendiéndose
continuamente, alanzó e inundó la raza humana; sólo un poco de semilla de
justicia quedaba en ella. Porque, además, sobre la tierra tenían lugar uniones
ilegítimas: los ángeles fornicaron con las hijas de los hombres, quienes dieron
a luz unos hijos que por su enorme estatura fueron llamados gigantes. Los
ángeles les enseñaron la manera de obtener extractos de flores y plantas,
tintes y pinturas, joyas y cosméticos, los celos y los amores apasionados, la
seducción y la coquetería, los sortilegios de la magia, toda clase de
adivinación e idolatría odiados por Dios. Y una vez desencadenadas tales cosas,
el mal se expandió hasta desbordar, y la justicia disminuyó hasta casi
desaparecer.
El diluvio como juicio de Dios
19. Finalmente, cuando vino sobre el
mundo el justo juicio de Dios con el diluvio en la décima generación, contando
desde el primer hombre, únicamente Noé fue encontrado justo y, gracias a su
propia justicia, fue salvado con su mujer, sus tres hijos y sus mujeres,
encerrados en el arca con los animales que Dios había ordenado a Noé introducir
en el arca. Los tres hijos de Noé eran Sem, Cam y jafet, y su estirpe volvió a
multiplicarse de nuevo. Éstos son el origen de todos los nacidos después del
diluvio.
Las bendiciones y las maldiciones en la
familia de Noé
20. Pues el más joven de entre ellos,
llamado Cam, por haberse reído de su padre y haber sido condenado por pecado de
impiedad a causa de ultraje e ignomia para con su padre, atrajese una maldición
que le trasmitió a toda su descendencia. Resultó por ello que toda la raza que
le siguió fue maldita y en este pecado creció y se multiplicó. En cambio Sem y
Jafet, sus hermanos, por razón de su piedad con el padre, obtuvieron una bendición.
He aquí los términos de la maldición lanzada por Noé sobre Cam: Maldito sea el
joven Cam. Sea el siervo de sus hermanos (Gn 9,25). Cuando alcanzó la edad
adulta, tuvo sobre la tierra una posteridad numerosa como una floresta, desarrollándose
por catorce generaciones de descendientes, hasta que, tras haber sido
condenada, fue sesgada por Dios. De hecho los cananeos, los jeteos, los
fereceos, los jeveos, los amorreos, los jebuseos, los guergeseos, los
sodomitas, los árabes, los habitantes de Fenicia, todos los egipcios y los
libios descienden de Cam y cayeron bajo la maldición, la cual se extendió ampliamente
sobre los impíos.
El triunfo de las bendiciones
21. En primer lugar fue bendecido Sem
con estas palabras: Bendito el Señor Dios de Sem. Sea Cam su siervo (Gn 9,26).
De esta bendición resultó que Dios, Señor del universo, llegó a ser para Sem
objeto privilegiado de su piedad; la bendición se desarrolló hasta alcanzar a
Abrahán, que, en la posteridad de Sem, llega a la décima generación según el
orden genealógico descendente. Y es ésta la razón por la que el Padre, Dios del
universo, se complace en ser llamado Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de
Jacob (Ex 3,6; Mt 22,32; Mc 12,26; Lc 20,37), porque la bendición de Sem llegó
hasta Abrahán.
La bendición de Jafet fue formulada del
siguiente modo: Que Dios dilate a Jafet y habite en la casa de Sem, y Cam sea
su siervo (Gn 9,27). Esta bendición floreció al final de este período, cuando
el Señor se manifestó a las naciones por su llamamiento —pues Dios dilató su
llamamiento hasta ellas— y a toda la tierra alcanzó su pregón y sus palabras
han llegado hasta los límites del orbe (Sal 18,5). Dilatar significa, pues, el
llamamiento de entre las naciones, a saber, la Iglesia. Y habitar en la casa de
Sem indica la herencia de los patriarcas, por haber recibido en Jesucristo el
derecho de primogenitura.
La Alianza universal
22. Después del diluvio, Dios estableció
un pacto de alianza con el mundo entero, en particular con todos los animales y
con los hombres, en virtud del cual no destruiría jamás con un diluvio lo que
reflorece sobre la tierra, y le dio una señal: Cuando el cielo se cubra de
nubes, aparecerá en las nubes un arco, y yo me recordaré de la alianza y no
volveré a destruir con el agua todo lo que rebulle sobre la tierra (Gn
9,14-15). Y cambió de alimento a los hombres, dándoles orden de comer carne,
pues a partir de la primera creatura, Adán, hasta el diluvio, los hombres se
alimentaban de solos granos y frutos de árboles; pero el alimento de la carne
no les estaba permitido. Pero no comáis carne con sangre, que es su vida, porque
yo pediré cuentas de vuestra sangre a cualquier animal y al hombre. Si uno
derrama la sangre de un hombre, otro derramará la suya, porque Dios hizo al
hombre a su imagen (Gn 9,1-6). Y la imagen de Dios es el Hijo, a cuya imagen ha
sido hecho el hombre. He aquí por qué, en los últimos tiempos, se ha
manifestado, para dar a entender que la imagen era semejante a Sí. Después de
esta alianza el género humano se multiplicó y se propagó a partir de la
posteridad de los tres hijos de Noé. Y había, entonces, un solo labio en la
tierra, es decir, una sola lengua.
La torre de Babel
23. Levantadas las tiendas, partieron de
Oriente y en su peregrinación llegaron hasta la extensa llanura de Senaar,
donde decidieron edificar una torre. Buscaban con ella llegar hasta el cielo,
pretendiendo, asimismo, dejar su obra como memorial para las futuras
generaciones. Construyeron el edificio con ladrillos cocidos y betún; crecía su
audacia y temeridad y, gracias a su unión en el mismo objetivo y al uso de una
sola lengua, lo que intentaban se realizaba. Pero para que no fuese adelante su
obra, Dios dividió sus lenguas con el fin de que no se entendiesen entre ellos.
De aquí las diferencias entre los pueblos y la diversidad de lenguas. De hecho
tres razas humanas se adueñaron de la tierra. Una de ellas estaba bajo la
pesadilla de la maldición, en cambio las dos restantes eran bendecidas. La
bendición descendió primero sobre Sem, cuyos descendientes habitaron en Oriente
y ocuparon el país de los caldeos.
La alianza con Abrahán
24. Posteriormente, en la décima
generación después del diluvio, se encuentra Abrahán que busca al Dios que le
corresponde y que le pertenece por la bendición de su antepasado [Sem]. Cuando,
siguiendo el ardiente deseo de su corazón, peregrinaba por el mundo preguntándose
dónde estaba Dios y comenzó a flaquear y estaba a punto de desistir en la
búsqueda, Dios tuvo piedad de aquel que, solo, le buscaba en silencio. Y se
manifestó a Abrahán, dándose a conocer por medio del Verbo como por un rayo de
sol; le habló desde el cielo y le dijo: Sal de tu tierra, de tu pueblo y de la
casa de tu padre; emigra al país que te indicaré y fija allí tu morada (Gn
12,1). Cuando llegó a la tierra que hoy se denomina Judea, habitada entonces
por siete pueblos descendientes de Cam, Dios se le apareció en visión y le
dijo: A ti y a tu descendencia en futuras generaciones te daré esta tierra como
posesión perpetua (Gn 12,7; 13,15; 17,8; Hch 7,2-5). Y añade que su
descendencia andaría errante por un país extranjero en el que sería maltratada,
afligida y esclavizada a lo largo de 400 años; pero aquélla, en la cuarta
generación, volvería a la tierra prometida a Abrahán, y Dios condenaría al
pueblo que le había esclavizado a su posteridad. Era incircunciso cuando
recibió este testimonio, y para que la grandeza de su fe fuera reconocida con
un signo, le dio la circunsición como sello de la justicia de la fe de la
incircuncisión (Rm 4,11). Después de esto, según la promesa de Dios, de la
estéril Sara le nació un hijo, Isaac, que circuncidó según el pacto que Dios
había estipulado con él. De Isaac nació Jacob. De esta manera la inicial
bendición de Sem llegó hasta Abrahán y de Abrahán pasó a Isaac y De Isaac a
Jacob, gracias a la asignación de la herencia hecha por el Espíritu. Por esto a
Dios se le denomina Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob (Ex 3,6; Mt
22,32). Jacob, a su vez, engendró doce hijos, de los cuales tomaron el nombre
las doce tribus de Israel.
El misterio de la Pascua
25. Cuando el hambre afligió a toda la
tierra, y solamente Egipto contaba con géneros alimenticios, Jacob emigró con
toda la familia a aquel país. El número total de los emigrantes ascendía a 75
personas y en 400 años llegaron a ser, según las predicciones, 660.000. Dado
que sufrieron muchas vejaciones y opresiones en una cruel esclavitud, y gemían
y se lamentaban ante Dios, el Dios de sus padres, Abrahán, Isaac y Jacob, los
sacó de Egipto valiéndose de Moisés y de Aarón, después de haber castigado a
los egipcios con 10 plagas, en la última de las cuales mandó un ángel
exterminador para matar a los primogénitos tanto de los hombres como de los
animales. Así salvó a los hijos de Israel, prefigurando de un modo misterioso
la pasión de Cristo en la inmolación de un cordero inmaculado y en su sangre,
derramada como garantía de inmunidad, para rociar las casas de los Hebreos.
El Decálogo entregado a Moisés
26. Moisés, en el desierto, recibió de
Dios la ley: el Decálogo, grabado en tablas de piedra por el dedo de Dios— el
dedo de Dios es lo que sale del Padre en el Espíritu Santo—, los preceptos y
los derechos que transmitió a los hijos de Israel para que los guardasen.
La explotación de la Tierra Prometida y
la peregrinación por el Desierto
27. Cuando estaban cerca de la Tierra
Prometida por Dios a Abrahán y a su posteridad, Moisés escogió a un hombre de
cada tribu y les envió a explorar aquella tierra, las ciudades y sus
habitantes. Entonces fue cuando Dios le reveló el único Nombre capaz de salvar
a los que en Él creyeran. Moisés cambió el nombre a Oseas, hijo de Navé, uno de
los exploradores, y le puso por nombre Jesús. Y Moisés les envió junto con el
Poder de aquel Nombre, persuadido de que los acogería incólumes a su vuelta,
por haber sido conducidos por aquel Nombre. Lo que, en efecto, ocurrió.
Concluida su misión de espionaje y de exploración, regresaron trayendo un
racimo de uvas; pero alguno de los doce exploradores atemorizó y alarmó al
pueblo al relatar que las ciudades eran inmensas y fortificadas y que los
hombres, hijos de los Titanes, tenían una estatura gigantesca y estaban
capacitados para defender su tierra. Al recibir tales noticias, el pueblo
lloró, resquebrajándosele la fe en aquel Dios que le fortalecía y le sometía
todo el mundo. Pero dos de entre los doce, Jesús, hijo de Navé, y Caleb, hijo
de Jefoné, se rasgaron las vestiduras por el mal cometido y suplicaron al
pueblo que no se abatiese y desanimase porque Dios le había puesto todo en sus
manos y el país era excelente. Dios desvió y cambió su itinerario para que se
dispersara y le afligió en el desierto. Y contando un año por cada día de los
empleados por el viaje de ida y vuelta por los que habían ido a explorar e
inspeccionar el país, es decir, 40 días, Dios los tuvo cuarenta años en el desierto.
El Deuteronomio
28. Transcurridos los 40 años, el pueblo
llegó a las cercanías del Jordán y, reagrupándose, se alineó para la batalla
frente a Jericó. Aquí, ante el pueblo reunido, Moisés evocó la historia pasada
recordando las grandes hazañas de Dios hasta el presente, preparando y
disponiendo a aquellos que habían crecido en el desierto a temer a Dios y a
observar los mandamientos. Impuso a éstos una nueva legislación, añadiéndola a
la que había establecido anteriormente. Este nuevo cuerpo legislativo lo llamó
Deuteronomio, es decir Ley segunda, en el que están escritas muchas profecías
referentes a Nuestro Señor Jesucristo, al pueblo, a la vocación de los gentiles
y al Reino.
La distribución de la Tierra
29. Cuando Moisés estaba a punto de acabar
sus días, Dios le dijo: Sube al monte y muere en él, porque no serás tú quien
entre con mi pueblo en la Tierra Prometida. Según la palabra del Señor, murió
Moisés y le sucedió Jesús, hijo de Navé. Atravesó éste el Jordán, condujo al
pueblo a la Tierra Prometida y, vencidos y aniquilados los siete pueblos que la
habitaban, la distribuyó entre el pueblo. Allá se encuentra Jerusalén, donde
reinaron David y su hijo Salomón, quien construyó el templo en el nombre de
Dios a imagen del tabernáculo hecho por Moisés como tipo de las realidades
celestes y espirituales.
El envío de profetas
30. Allá a Jerusalén fueron enviados por
Dios, por medio del Espíritu Santo, los profetas que aconsejaban al pueblo y lo
convertían al Dios Omnipotente de sus padres; como heraldos de la revelación de
Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, anunciaban que de la estirpe de David
había de florecer Su cuerpo, para que fuese, según la carne, hijo de David —que
era hijo de Abrahán— en virtud de una larga cadena de generaciones y, según el
Espíritu, Hijo de Dios, preexistente con el Padre, engendrado antes de la
fundación del mundo, y aparecido, como hombre, al mundo entero en los últimos
tiempos; Él es el Verbo de Dios que recapitula en sí todas las cosas, las del
cielo y las de la tierra (Ef 1,10).
La desobediencia y la Encarnación
31. Unió, pues, al hombre con Dios y
obró la comunión entre Dios y el hombre, porque no habríamos podido en absoluto
obtener participación alguna en la incorruptibilidad si no hubiera venido [el
Verbo] a habitar entre nosotros. El Verbo se hizo carne (Jn 1,14) para destruir
por medio de la carne el pecado que por obra de la carne había adquirido el
poder, el derecho de propiedad y dominio; y para que no existiese más entre
nosotros. Por esta razón Nuestro Señor tomó una corporeidad idéntica a la de la
primera creatura para luchar en favor de los primogénitos y vencer en Adán a
quien en Adán nos había herido.
Adán y Cristo
32. Ahora bien ¿de dónde proviene la
esencia de la primera creatura? De la voluntad y de la Sabiduría de Dios y de
la tierra virgen. Para dar, pues, cumplimiento a que este hombre, asumió el
Señor la misma disposición suya de corporeidad, que nació de una Virgen por la
Voluntad y por la Sabiduría de Dios, para manifestar también él la identidad de
su corporeidad con la de Adán, y para que se cumpliese lo que en el principio
se había escrito: el hombre a imagen y semejanza de Dios.
Eva y María
33. Y así como por obra de una virgen
desobediente fue el hombre herido y —precipitado— murió, así también, reanimado
el hombre por obra de una Virgen, que obedeció a la Palabra de Dios, recibió él
en el hombre nuevamente reavivado, por medio de la vida, la vida. Y que Eva
fuese recapitulada en María, a fin de que una Virgen, venida a ser abogada de
una virgen [Eva], deshiciera y destruyera la desobediencia virginal mediante la
virginal obediencia. El mal es desobedecer a Dios; el bien, en cambio, es
obedecer.
La crucifixión cósmica
34. El Verbo, preanunciando por medio
del profeta Isaías los acontecimientos futuros —son profetas porque anuncian lo
que va a suceder—, se expresa así: Yo no me rebelo ni contradigo. He ofrecido
mis espaldas a los azotes y mis mejillas a las bofetadas; no hurtaré mi rostro
a la afrenta de los esputos (Is 50,5-6). Así pues, por la obediencia a que se
sometió hasta la muerte, pendiente del madero, destruyó la desobediencia
antigua cometida en el árbol. Y como el Verbo mismo Omnipotente de Dios, en su
condición invisible, está entre nosotros extendido por todo este universo
[visible] y abraza su largura y su anchura y su altura y su hondura —pues por
medio del Verbo de Dios fueron dispuestas y gobernadas aquí todas las cosas—,
la crucifixión [visible] del Hijo de Dios tuvo también lugar en esas
[dimensiones, anticipadas invisiblemente] en la forma de cruz trazada [por Él]
en el universo.
El cumplimiento de la promesa de Abrahán
35. Se realizó así la promesa hecha por
Dios a Abrahán según la cual su descendencia sería como las estrellas del
cielo. Cristo cumplió la promesa naciendo de la Virgen, de la estirpe de
Abrahán, y convirtiendo en luminarias del mundo a los creyentes en Él y
justificando a los gentiles con Abrahán por medio de la misma fe.
Cristo, nacido de la Virgen de la
descendencia de David
36. Y cumplió lo prometido a David, pues
Dios habíasele comprometido a suscitar del fruto de su seno un Rey eterno, cuyo
reino no tendría ocaso. Este Rey es el Cristo, Hijo de Dios hecho hijo del
hombre, es decir, nacido, como fruto, de la Virgen descendiente de David; y si
la promesa fue del fruto de su seno —a saber un pimpollo de la concepción
característica de una mujer, y no del fruto del lomo ni del fruto de los
riñones, lo que es característico del varón,— era para anunciar lo que de
singular y propio había en la producción de este fruto de un seno virginal
procedente de David, que reina en la casa de David, por los siglos, y cuyo
reino no conocerá el ocaso.
La Encarnación: destrucción de la muerte
y don de la vida
37. En tales condiciones, pues,
realizaba magníficamente nuestra salvación, mantenía las promesas hechas a los
patriarcas y abolía la antigua desobediencia. El Hijo de Dios se hace hijo de
David e hijo de Abrahán. Para cumplir las promesas y recapitularlas en Sí mismo
con el fin de restituirnos las vida, el Verbo de Dios se hizo carne por el
ministerio de la Virgen, a fin de desatar la muerte y vivificar al hombre,
porque nosotros estábamos encadenados por el pecado, y destinados a nacer a
través del régimen del pecado y a caer bajo el imperio de la muerte.
Nacimiento, muerte y resurrección de
Cristo
38. Dios Padre, por su inmensa
misericordia, envió a su Verbo creador, el cual, venido para salvarnos, estuvo
en los mismos lugares, en la misma situación y en los ambientes donde nosotros
hemos perdido la vida. Y rompió las cadenas que nos tenían prisioneros.
Apareció su luz e hizo desaparecer las tinieblas de la prisión y santificó
nuestro nacimiento y abolió la muerte, desligando aquellos mismos lazos en que
nos habían encadenado. Manifestó la resurrección, haciéndose él en persona
primogénito de los muertos; levantó en su persona al hombre caído por tierra,
al ser elevado a él a las alturas del cielo hasta la diestra de la gloria del
Padre, como había Dios prometido por medio del profeta al decir: Levantaré la
tienda de David, caída en la tierra (Am 9,11), es decir, el cuerpo que proviene
de David.
Cristo primogénito de toda la cración
39. Si, como primogénito de la mente del
Padre, el Verbo perfecto dirige todas las cosas en persona y legifera en la
tierra; como primogénito de la Virgen es justo, hombre santo, piadoso, bueno,
agradable a Dios, perfecto en todo, libra del infierno a los que los siguen;
como primogénito de los muertos es origen y señal de la vida de Dios.
La continúa llamada del Verbo
40. Así pues el Verbo de Dios ostenta el
primado sobre todas las cosas, porque es verdadero hombre y admirable consejero
y Dios fuerte (Is 9,6), que llama de nuevo [con la resurrección] al hombre a la
comunión con Dios para que por medio de la comunión con Él participemos en la
incorruptibilidad.
La Iglesia comunica el espíritu de
salvación por medio del Bautismo
41. Juan el bautista, el precursor,
cuando preparaba y disponía al pueblo para recibir el Verbo de la vida, hizo
saber que éste era el Cristo sobre quien el Espíritu de Dios había descansado
unido con su carne. Los dicípulos y testigos de todas sus buenas obras, de su
enseñanza, de su pasión, de su muerte, de su resurrección, de la ascensión al
cielo después de la resurrección
corporal, es decir los apóstoles, con el poder del Espíritu Santo, enviados por
Él por toda la tierra, convocaron a los gentiles, enseñando a los hombres el
camino de la vida para apartarlos de los ídolos, de la fornicación y de la
avaricia, purificando sus almas y sus cuerpos con el bautismo de agua y de
Espíritu Santo, distribuyendo y suministrando a los creyentes este Espíritu
Santo que habían recibido del Señor. Así instituyeron y fundaron esta iglesia.
Con la fe, la caridad y la esperanza confirmaron la llamada a los gentiles, los
apóstoles, con la palabra de verdad, exhortaron a los gentiles a guardar su
cuerpo sin mancilla en orden a la resurrección y su alma al abrigo de la
corrupción.
LA DEMOSTRACIÓN PROFÉTICA (cc. 42-85)
La obra del Espíritu en los fieles y en
los profetas
42. En efecto, así deben comportarse los
creyentes por el hecho de que en ellos habita permanentemente el Espíritu
Santo, donado por el Señor en el bautismo y custodiado por aquel que lo recibe
si es que vive en la verdad y en la santidad, en la justicia y en la paciencia.
De hecho la resurrección de los creyentes es también obra de este Espíritu
cuando el cuerpo acoge nuevamente al alma, y a una con ella resucita por la
fuerza del Espíritu Santo y es introducido en el reino de Dios. El fruto de la
bendición de Jafet es manifestado por la Iglesia en la llamada a los gentiles
que viven en continua obediencia para poder habitar en la casa de Sem, según la
promesa de Dios. Que estas cosas hubieran de ocurrir, lo predijo el Espíritu
Santo por medio de los profetas, a fin de que cuantos sirven a Dios en la
verdad tengan tengan fe firme sobre ellas.
Identidad entre el Verbo y el Hijo de
Dios, por medio del cual todo fue hecho
43. A Dios se debe creer todo porque es
veraz en todo. Y creer que un hijo existía en Dios y que existía no sólo antes
de su aparición en el mundo sino también antes de que el mundo fuese creado. Y
Moisés fue el primero en profetizarlo cuando escribió en hebreo: Un Hijo en el
principio estableció Dios, luego estableció el cielo y la tierra. El profeta
Jeremías lo testimonió cuando dice: Antes de la estrella matutina te he
engendrado y antes del sol [es] tu nombre, es decir, antes de la creación del
mundo y antes de las estrellas creadas con el mundo. Dice todavía: Dichoso
Aquel que existía antes de ser hombre. Pues para Dios el Hijo fue el principio
antes de la creación del mundo, pero para nosotros no existe más que desde
ahora, es decir, desde cuándo se ha manifestado. Antes, pues, no existía para
nosotros porque no lo conocíamos.
El Hijo de Dios conversa con Abrahán
44. Dice también Moisés que el Hijo de
Dios se acercó a Abrahán para conversar con él: Y Dios se apareció junto al
encinar de Mambré, al mediodía... Y alzando la vista vio a tres hombres de pie
frente a él, se postergó en tierra diciendo: Si realmente he hallado gracia a
tus ojos... (Gn 18,1-3). Y a continuación lo que él dijo al Señor y el Señor a
él. Ahora bien, dos de los tres eran ángeles, pero el tercero era el Hijo de
Dios. Con él también habló Abrahán suplicándole por los habitantes de Sodoma,
para que no fuesen exterminados si al menos se encontraban allí diez justos.
Quiere decir que el Hijo, aquel mismo que conversaba con Abrahán, siendo Señor,
había recibido el poder de castigar a los habitantes de Sodoma del Señor desde
lo alto del cielo, del Padre, que es Señor del Universo.
Jacob contempla el Verbo
45. Y también Jacob cuando viajó a
Mesopotamia, le vio en sueños de pie en lo alto de la escalera, es decir, en el
madero que estaba fijo de la tierra al cielo. Pues por este madero los que
creen en Él ascienden al cielo, porque su pasión es nuestra ascensión.
El Hijo de Dios conversa con Moisés
46. Fue Él quien en la zarza ardiente
conversó con Moisés y dijo: He visto los sufrimientos de mi pueblo en Egipto y
he bajado para liberarlo (Ex 3,7-8).
La Unción del Verbo
47. El Padre, pues, es Señor y el Hijo
es Señor; es Dios el Padre y lo es el Hijo, porque el que ha nacido de Dios es
Dios. Así según la esencia de su ser y de su poder, hay un solo Dios; pero, al
mismo tiempo, en la administración de la economía de nuestra redención, Dios
aparece como Padre y como Hijo. Y dado que el Padre del Universo es invisible e
inaccesible a los seres creados, es por medio del Hijo como los destinados a
acercarse a Dios deben conseguir el acceso al Padre.
El primado y realeza de Cristo,
Sacerdote eterno
48. Y también dice David: Dice el Señor
a mi Señor: siéntate a mi derecha, hasta que yo haga de tus enemigos el estrado
de tus pies. Desde Sion extenderá el Señor un cetro de poder; ¡domina en medio
de tus enemigos! Contigo, al principio, en el día de tu poder, en el esplendor
de los santos, del seno, antes de la aurora, te he engendrado. El Señor lo ha
jurado y no se arrepentirá. Tú eres sacerdote eterno según el orden de
Melquisedec y el Señor están a tu derecha. En el día de su cólera ha quebrantado
a reyes; juzgará a las naciones, llenará de ruinas, quebrantará las cabezas de
muchos sobre la tierra.
El Hijo de Dios rey universal
49. El Profeta Isaías a su vez afirma:
Así dice el Señor Dios al Ungido, mi Señor, a quien yo he tomado de la diestra
para que le obedezcan las naciones (Is 45,1; Ps.-Bern. 12,11). En cuanto a la
afirmación de que el Hijo de Dios es llamado Ungido y rey de las naciones, es
decir, de todos los hombres, David repite que Él es y es llamado Hijo de Dios y
rey de todos con estas palabras: El Señor me ha dicho: tú eres mi Hijo, yo te
he engendrado hoy.
Testimonio de los profetas sobre la
preexistencia de Cristo
50. Oportunamente, pues, Cristo afirma
por medio de David que el padre le habla a él, y por medio de los profetas dice
él mismo, a su propia cuenta, las demás cosas, como, por ejemplo, entre otras
en Isaías cuando escribe: Y ahora así habla el Señor, el que me plasmó para
servidor suyo desde el seno materno para hacer que Jacob vuelva a él, y que
Israel se le una.
El Hijo siervo del Padre
51. Porque aquí, sobre todo, del
coloquio del Padre con el Hijo y del hecho que aún antes de su nacimiento el
Padre se hizo visible a los hombres, se deduce la preexistencia del Hijo de
Dios; después, [también se manifiesta] aún antes de nacer, el que había de ser
hombre nacido de hombres, el que Dios mismo había de plasmar del seno —es
decir, que había de nacer del Espíritu de Dios— el que es Señor de todos los
hombres y Salvador de los que creen en Él, de los judíos y de todos los
hombres. «Israel», de hecho, es el nombre del pueblo Judío en lengua hebrea,
nombre que le proviene del patriarca Jacob, que fue el primero en ser llamado
«Israel». Y denomina «Gentiles» a todos los hombres. El Hijo de Dios se llama a
Sí propio «siervo del Padre», a causa de su obediencia al Padre, ya que todo
hijo, aun entre los hombres, es siervo de su padre.
La preexistencia a la luz de la
Escritura
52. Que Cristo, Hijo de Dios, existente
antes del mundo, estaba con el Padre y junto al Padre y al mismo tiempo cercano
a los hombres y en íntima unión con ellos, rey del Universo, porque el Padre le
ha sometido todas las cosas, y Salvador de aquellos que creen en Él, tal es el
mensaje de semejantes textos de la escritura.
El signo profético que anuncia al
Mesías-Cristo y Jesús-Salvador
53. En hebreo tiene un doble nombre:
Mesías-Cristo y Jesús-Salvador. Estos dos nombres indican las obras que había
de realizar. En efecto, ha recibido el nombre de Cristo, porque el Padre por su
medio y teniendo en cuenta su venida como hombre ha ungido y dispuesto todas
las cosas, porque fue ungido por el Espíritu de Dios su Padre, como afirma
refiriéndose a Sí mismo en Isaías: El Espíritu del Señor está sobre mí, por
cuenta que me ha ungido para llevar la buena noticia a los pobres (Is 61,1). Y
el nombre de «Salvador» porque es causa de salvación para todos los que, desde
entonces, fueron liberados por Él de toda enfermedad y de la muerte; para los
que habían de creer en él después de ellos es también dador de salvación
eterna.
Emmanuel: Dios-con-nosotros
54. He aquí el por qué es llamado
«Salvador». «Emmanuel» se traduce por «Dios-con-nosotros», o como expresión de
buen deseo formulada por el profeta «Dios esté con nosotros». De este modo Él
es la interpretación y la revelación de la «buena nueva». Por eso dice: He aquí
que una Virgen concebirá y dará a Luz a un hijo (Is 7,14). Y éste, que es Dios,
tiene el destino de estar con nosotros.
Admirable Consejero
55. Le llama «Admirable Consejero» sea
del Padre sea nuestro. Del Padre, lo indica el hecho de que el Padre hizo con
él todas las cosas, según se dice en el primer libro de Moisés, titulado
«Génesis»: Y dijo Dios: hagamos al hombre a imagen nuestra y a semejanza (Gn
1,26). Aquí visiblemente habla el Padre al Hijo, como a Admirable Consejero del
Padre... Él es también consejero nuestro; habla y no obliga, como Dios, aunque
sea igualmente como el Padre «Dios fuerte». Nos aconseja renunciar a la
ignorancia y recibir la gnosis, apartarnos del error para encaminar hacia la
verdad, rechazar la corrupción para poseer la incorruptibilidad.
La paz y su dominio no tendrán límites
56. E Isaías dice de nuevo: Querrán
haber sido consumidos por el fuego, porque un niño nos ha nacido, un hijo se
nos ha dado; en cuyos hombros estuvo el poder y es llamado con el nombre del
Angel del gran consejo. Y traerá la paz entre los príncipes y aun paz y
salvación para Él. Grande es su dominio y la paz no tendrá límites sobre el
trono de David y su reino, para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el
derecho, desde ahora y por siempre (Is 9,5-7 (LXX)).
El esperado de las naciones
57. Por todo lo que fue dicho y expuesto
con la ayuda de los profetas está claro que el Hijo de Dios debía nacer, de qué
manera había de nacer y que se daría a conocer como Cristo. Incluso fue
predicho en qué país y entre qué hombres debía nacer y darse a conocer. Así lo
dio a entender Moisés en el Génesis: No le faltará un príncipe a Judá, ni un
jefe de su estirpe, hasta que venga aquel a quien le está reservado; y El será
el esperado de las gentes; lavará en el vino su vestimenta y en la sangre de la
uva su manto (Gn 49,10-11).
La estrella de Jacob
58. Y Moisés cuando escribe de nuevo: Se
levantará una estrella de Jacob y un jefe surgirá de Israel (Nm 24,17), anuncia
explícitamente que la economía de su encarnación se realizará entre los hebreos
y que Aquel que descendiendo del cielo nacerá de Jacob y de la estirpe judía se
ha sometido a esta economía.Porque una estrella apareció en el cielo y si se
llama jefe a un rey es porque éste es el rey de todos los salvados. Por otra
parte esta estrella apareció, cuando su nacimiento, a los Magos, que habitan en
Oriente y por su medio tuvieron conocimiento del nacimiento de Cristo. Guiados
por la estrella vinieron a Judea, hasta que la estrella llegó a Belén, donde
había nacido Cristo, y entrada en la casa donde estaba acostado el niño
envuelto en pañales, se detuvo encima de su cabeza, indicándoles a los Magos al
Hijo de Dios, Cristo.
El vástago de Jesé
59. Y el mismo Isaías dice aún más:
Saldrá un vástago del tronco de Jesé y de su raíz brotará una flor. Sobre Él se
posará el Espíritu de Dios, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu
de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y de piedad. Lo llenará el
espíritu de temor de Dios. No juzgará por sola opinión ni acusará por solos
rumores, sino que juzgará la causa del humilde y tendrá piedad de los humildes
de la tierra. Con estas palabras quiere decir que nacerá de aquella que
desciende de David y de Abrahán. Efectivamente, Jesé descendía de Abrahán y era
padre de David. De este modo la Virgen, que concibió a Cristo, era el vástago.
Por esto Moisés hacía sus prodigios ante el Faraón, sirviéndose de un bastón.
Entre los hombres el bastón es signo de poder. Llama flor a su cuerpo, que
floreció bajo la acción del Espíritu, como antes hemos indicado.
Justo juez
60. En cuanto a: No juzgará por sola
opinión, ni acusará por solos rumores, sino que juzgará la causa del humilde y
tendrá piedad del humilde de la tierra (Is 11,3-4), da a entender con mayor
firmeza su divinidad. Pues juzgar imparcialmente y sin acepción de personas,
sin honrar al ilustre y otorgando al pobre lo que merece en equidad e igualdad
es conforme a la suprema y celeste justicia de Dios.
La concordancia y la paz universal
61. Reunidos en un solo nombre, lograrán
tener costumbres de justos, por la gracia de Dios, cambiando su naturaleza
salvaje y feroz. Esto es lo que ha ocurrido ya, pues los que antes eran
crudelísimos hasta no retroceder ante ningún acto impío, una vez instruidos
sobre Cristo y creído en Él, han dado fe todo a una y han cambiado hasta no
retroceder ante ningún exceso de justicia. Tanta es la mudanza que la fe en
Cristo, Hijo de Dios, opera entre cuantos en Él creen. Y si dice: Se levantó
para enseñorear sobre los gentiles (Is 11,10), es porque, una vez muerto,
resucitará y será confesado y creído Hijo de Dios, rey. Por eso dice: Y su
resurrección será gloriosa (Is 11,10), esto es, magnificencia, porque en el
momento en que fue glorificado como Dios, es cuando resucitó.
La tienda de David y el cuerpo de Cristo
62. Por eso el profeta cuando dice: En
aquel día levantaré la tienda de David, caída en tierra (Am 9,11), afirma
claramente que el cuerpo de Cristo, nacido de David, como hemos dicho, después
de la muerte es resucitado de entre los muertos. Llama tienda a su cuerpo.
Belén: patria de David
63. A su vez el profeta Miqueas indicó
también el lugar del nacimiento de Cristo, a saber en Belén de Judá.
Rey para siempre
64. A su vez dice David que Cristo
nacerá de su posteridad: Por causa de David, tu siervo, no apartes el rostro de
tu Cristo. El Señor juró a David la verdad y no la mentira: del fruto de tu
seno pondré sobre tu trono, si tus hijos guardan mi alianza y mis testimonios,
objeto de mi pacto con ellos, y el hijo de ellos será hasta la eternidad (Sal
131,10-12).
La entrada en Jerusalén
65. Cómo hizo su entrada en Jerusalén,
la capital de Palestina, donde estaba su residencia y el Templo de Dios, díjolo
Isaías: Decid a la Hija de Sión: he aquí viene a ti tu rey, dulce, sentado en
un asno, sobre un borrico, hijo de asna (Is 62,11). Entró en Jerusalén sentado
sobre un pollino de asna, y la muchedumbre alfombraba el camino con sus mantos
para que pasase por encima. Hija de Sión es el nombre dado a Jerusalén .
El anuncio de los profetas
66. Los profetas anunciaban entonces que
el Hijo de Dios había de nacer, cómo y dónde había de nacer y quién es Cristo,
el único rey eterno. Han predicho también, que una vez hecho hombre, había de
curar a los que curó, de resucitar a los muertos que ha resucitado, que había
de ser odiado, despreciado, torturado, matado y crucificado, tal como fue
odiado, despreciado y matado.
Los milagros de Jesús
67. Trataremos ahora de las curaciones.
Dice Isaías: El soportó nuestras dolencias y aguantó nuestros dolores (Is 53,4;
Mt 8,17), es decir, soportará y aguantará. A veces el Espíritu de Dios narra en
los profetas como pasados, acontecimientos que han de suceder en el futuro.
Esto acontece porque en Dios lo que es establecido, determinado y destinado a
existir ya es considerado como existente y el Espíritu se expresa teniendo en
cuenta el tiempo en que se realiza la profecía
La Pasión de Cristo
68. Isaías dice que había de ser
despreciado, torturado y finalmente matado: He aquí que mi Hijo comprenderá:
será exaltado y glorificado sobremanera. El profeta Jeremías repite lo mismo en
estos términos: Presentará la mejilla al que lo hiere y será colmado de
oprobios (Lm 3,30). Todo esto lo sufrió Cristo.
La Pasión y su sentencia
69. Isaías continúa así: Merced a sus
llagas hemos sido curados todos. Errábamos como un rebaño, cada uno iba por su
camino y el Señor lo consignó por nuestros pecados (Is 53,5-6.7). Está claro
que por voluntad del Padre le han sucedido estas cosas en favor de nuestra
salvación. Y luego prosigue: A pesar de sus padecimientos no abrió la boca;
como oveja fue llevado al matadero; como un cordero ante el esquilador está sin
voz (Is 53,7).
La generación inenarrable
70. A continuación dice: ¿Quién narrará
su nacimiento? (Is 53,8).Esto se dijo para ponernos en guardia con el fin de
que no le tengamos como a un hombre insignificante y de poca importancia por
razón de sus adversarios y de los dolores de su pasión.
La vida a la sombra de su cuerpo
71. Dice en otra parte Jeremías: El
Espíritu de nuestro rostro es el Señor Cristo; cómo fue apresado en sus redes,
aquel de quien hemos dicho: A su sombra viviremos entre las naciones (Lm 4,20).
La Escritura dice que Cristo, aun siendo Espíritu de Dios, debía hacerse hombre
sometido al sufrimiento, y revela en cierto modo sorpresa y sobresalto ante la
Pasión que debía sufrir Aquel a cuya sombra hemos dicho que íbamos a vivir.
La muerte del justo
72. Y el mismo profeta, a propósito de
la Pasión de Cristo, dice lo siguiente: He aquí como el justo ha perecido y
nadie hace caso; los hombres justos son quitados de en medio y nadie se entera,
pues el justo es llevado en presencia de la injusticia.
La muerte (sueño) y resurrección según
David
73. Y dice de nuevo David a propósito de
la muerte y de la resurrección de Cristo: Yo me acosté y me dormí; me desperté
porque el Señor me acogió (Sal 3,6).
Herodes y Pilato
74. Sobre la Pasión de Cristo, David
dice: ¿Por qué se agitan los gentiles y los pueblos planean fracasos? Se alían
los reyes de la tierra y los príncipes conspiran contra el Señor y su Ungido
(Sal 2,1-2; Hch 4,24-28.
El anuncio de la Pasión
75. Y, a propósito de la Pasión, dice
todavía el mismo profeta: abiertamente
que debía sufrir todo esto y que ésta era la voluntad del Padre, puesto que por
voluntad del Padre sufrió la Pasión.
La captura de Jesús
76. Zacarías se expresa así: Alzate,
espada, contra mi pastor, contra el hombre, mi compañero; hiere al pastor y se
dispersarán las ovejas del rebaño (Za 13,7; Mt 26,31; Lc 14,27). Y esto sucedió
cuando fue capturado por los judíos.
Jesús motivo de reconciliación entre
Pilato y Herodes
77. Precisamente en esta situación
Pilato remitió a Cristo, a quien se lo había enviado, atado a Herodes con el
ruego de que le interrogase para confirmar lo que quería hacer con Él. De este
modo Cristo se convirtió en un buen pretexto para reconciliarse con el rey.
La bajada a los infiernos
78. Y en Jeremías, ve con qué términos
se expresa para dar a conocer su muerte y su descenso a los infiernos: Y el
Señor, el Santo de Israel, acordándose de sus muertos, de los que estaban ya
dormidos en el polvo de la tierra, y descendió a ellos para llevarles el
Evangelio de su salvación y salvarles.
Profecías sobre la Cruz
79. Y de nuevo en torno a su cruz Isaías
dice: Extendí las manos todo el día hacia un pueblo indócil y rebelde (Is
65,2). Así prefiguraba la cruz. Y todavía más claramente David: Perros de caza
me rodearon, una multitud de malvados me ha cercado; me han taladrado mis manos
y mis pies (Sal 21,17). Y nuevamente: Mi corazón se hizo como cera líquida en
medio de mis entrañas; han descoyuntado mis huesos (Sal 21,15
Profecías sobre los vestidos 80.
Nuevamente dijo David: Ellos me miraron fijamente. Se dividieron mi vestido y
echaron a suertes mi túnica (Sal 21,19).
Judas, la venta de Cristo y la compra
del campo a un alfarero
81. El profeta Jeremías añade: Tomaron
las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado según la tasa de
los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo
había mandado el Señor (Mt 27,9). En efecto, Judas, uno de los discípulos de
Jesús, habiéndose comprometido con los Judíos y habiendo sellado con ellos un
pacto —de hecho sabía que le querían matar— y porque había sido reprendido por
Él, aceptó los treinta denarios del país y le entregó a Cristo.
Profecía sobre el vinagre mezclado con
hiel
82. Y una vez crucificado, al pedir de
beber, le dieron vinagre mezclado con hiel. Y esto mismo lo había dicho David:
Me dieron por alimento hiel, y en mi sed me dieron a beber vinagre (Sal 69,22;
Mt 27,34; Jn 19,28).
La Ascensión
83. He aquí lo que dice David de la
Ascensión al cielo, después de la resurrección de entre los muertos: Los carros
de Dios a decenas de millares, y millares los cocheros. El Señor está entre
ellos, en Sión, en el Santuario; subió a lo alto, cautivó al cautiverio; ha
recibido y entregado dones a los hombres (Sal 67,18-19).
El triunfo del Rey de la gloria
84. La misma cosa dice nuevamente David:
Alzad, oh príncipes, vuestras puertas; levantaos, puertas eternas, y entrará el
rey de la gloria (Sal 23,7). Las puertas eternas son, efectivamente, los
cielos.
El Juicio
85. Resucitado y subido al cielo,
aguarda a la diestra del Padre el momento por Él fijado para juzgar a todos sus
enemigos que a Él habían de ser sometidos. Los enemigos son todos los que
fueron hallados en rebelión: ángeles, arcángeles, principados, tronos, que menosprecian
la Verdad.
LA BUENA NOTICIA (cc. 86-97)
El testimonio de los Apóstoles
86. Ahora bien, si los profetas han
vaticinado que el Hijo de Dios debía manifestarse sobre la tierra y han
predicho el lugar, la manera y la forma de su manifestación sobre la tierra, y
si en el Señor se han cumplido todas estas predicciones, nuestra fe en Él está
bien fundada, es auténtica la tradición de la predicación, es decir, el
testimonio de los Apóstoles. Éstos, enviados por el Señor, han predicado por el
mundo entero que el Hijo de Dios había venido para sufrir la Pasión, la había
soportado para destruir la muerte y dar vida al cuerpo, y que dando fin a la
hostilidad hacia Dios, es decir, a la iniquidad, hemos de obtener su paz
cumpliendo lo que es de su agrado.
El primado del amor
87. Pero no es con la locuacidad de la
ley como se salva el género humano sino con la brevedad y precisión de la fe y
de la caridad. Isaías dice: Una palabra concisa y breve en la justicia, porque
Dios enviará una palabra concisa, con eficacia, sobre toda la tierra (Is 10,23
(LXX); Rm 9,28). De ahí que Pablo afirme: El amor es la plenitud de la ley (Rm
13,10).Pues el que ama a Dios cumple la ley. Cuando le preguntaron al Señor:
¿Qué mandamiento es el primero de todos?, respondió: Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu fuerza; y el segundo es similar a éste: Amarás
al prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden la ley y los
profetas (Mc 12,30; Mt 22,37).
Salvados por un hombre-Dios
88. Y que después de la Ascensión había
de ser elevado sobre todas las creaturas y que nadie había de ser parangonado o
comparado a Él, lo dice Isaías: ¿Quién es juzgado? Que comparezca. ¿Quién es
justificado? Que se acerque al Hijo del Señor. Ay de vosotros que os consumís
como un vestido y la polilla os roerá. El hombre será humillado y abatido. Sólo
el Señor será exaltado con aquellos que serán enaltecidos (Is 50,8.10.9; 2,17).
El Espíritu sobre la faz de la Tierra
89. A los que fueron así liberados
[Dios] no quiere llevarlos de nuevo a la legislación de Moisés —pues la ley se
cumplió en Cristo—, sino salvarlos mediante la fe y el amor hacia el Hijo de
Dios en la renovación de la Palabra, como lo dio a entender Isaías cuando
exclamó: No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que renuevo
a quien va a germinar ahora, y vosotros le conoceréis. Abriré un camino en el
desierto, y en la región árida ríos para dar de beber a mi nación y a mi pueblo
elegido, que adquirí para contar mis hazañas (Is 43,18-20).
La novedad del Espíritu
90. Nuestra vocación, pues, acontece en
la novedad del Espíritu y no en la letra vieja, como profetizó Isaías: Mirad
que llegan días, dice el Señor, en que yo con la casa de Israel y la casa de
Judá haré [una alianza nueva no como] la alianza que hice con sus padres cuando
los llevé de la mano para sacarlos de Egipto, pues ellos quebrantaron la
alianza y yo me desinteresé de ellos, dice el Señor.
La apertura de la nueva Alianza (= N.T.)
91. Y estas promesas habían de ser una
herencia en el tiempo de la vocación de los gentiles, para quienes fue también
inaugurada la nueva Alianza; así lo recuerda Isaías en estos términos: Dice el
Dios de Israel: En aquel día el hombre pondrá su esperanza en su Creadora y sus
ojos contemplarán al Santo de Israel; y ya no pondrán su esperanza en los
altares de los ídolos, ni en las obras de sus manos, que fabricaron sus dedos
(Is 17,6-8).
Manifestado a los que no le buscaban
92. Y que debía manifestarse en medio de
nosotros —porque el Hijo de Dios se haría hijo del hombre— y que nosotros
habíamos de encontrar al que desconocíamos, lo afirma el mismo Verbo en Isaías:
Me he manifestado a los que no me buscaban; he sido hallado por los que no
preguntaban por mi. Dije: Aquí estoy ante un pueblo que no había invocado mi
nombre (Is 65,1; Rm10,20).
Profecías sobre el pueblo de Dios
93. Que este pueblo estaba llamado a ser
un pueblo santo, lo vaticinó Oseas, uno de los doce profetas: Al no-pueblo-mío
lo llamaré pueblo mío y al no-amado será amada. Donde se diga no-mi-pueblo,
allí se llamarán hijos del Dios viviente (Os 2,25; 1,9; Rm 9,25,26). También
Juan Bautista vuelve a decir lo mismo: Dios puede hacer surgir de estas piedras
hijos de Abrahán (Mt 3,9).
La Iglesia y la Sinagoga
94. De ahí que por la nueva llamada se
realiza un cambio de corazones entre los gentiles por medio del Verbo de Dios
que se encarnó y puso su tienda en medio de los hombres, como dice Juan, su
discípulo: Y su Verbo se hizo carne y habité entre nosotros (Jn 1,14).
La incorporación de los Gentiles
95. Moisés dice en el Deuteronomio que
los Gentiles estarán a la cabeza y el pueblo incrédulo a la zaga. Y poco
después: Habéis provocado mi celo con vuestros no-dioses, me habéis irritado
con vuestros ídolos; yo provocaré vuestro celo con uno que no es pueblo y os
irritaré con un pueblo insensato (Dt 32,21).
La superación de la Ley
96. Por lo tanto no necesitamos de la
ley como pedagogo; he aquí que nosotros hablamos con el Padre y estamos en su
presencia convertidos en niños sin malicia y afincados en la justicia y
honestidad.
La salvación en Jesucristo
97. Por la invocación del nombre de
Jesucristo, crucificado bajo Poncio Pilato, Satanás fue alejado definitivamente
de entre los hombres. Allí donde haya alguien que creyendo en Él y haciendo su
voluntad le recuerde e invoque, Jesús se hace presente y atiende las súplicas
de quien le invoca con corazón puro.
CONCLUSIÓN (cc. 98-100)
A modo de conclusión
98. Ésta es, mi querido amigo, la
predicación de la verdad y la imagen de nuestra salvación: así es el camino de
la vida que los profetas han anunciado, el que Cristo ha instituido, que los
Apóstoles han consignado y que la Iglesia transmite a sus hijos a través de
toda la tierra. Debe ser custodiado con mimo y con voluntad decidida para
agradar a Dios con las buenas obras y con un modo sano de pensar.
Las desviaciones de los herejes
99. Por lo tanto, que ninguno piense que
existe otro Dios Padre distinto de nuestro Creador, como lo imaginan los
herejes, que desprecian al Dios verdadero y hacen un ídolo del Dios
inexistente, creándose un padre por encima de nuestro Creador y tienen para sí
el haber descubierto algo más grande que la verdad. En realidad todos estos son
impíos y blasfeman contra su Creador y Padre como ya hemos demostrado en la
Exposición y Refutación de la falsa gnosis. Otros, todavía desprecian la venida
del Hijo de Dios y la economía de su encarnación trasmitida por los Apóstoles y
vaticinada por los profetas para la restauración de la humanidad, como
concisamente hemos demostrado. También a estas personas hay que contarlas entre
los incrédulos. Otros todavía no acogen los dones del Espíritu Santo y rechazan
el carisma profético, por cuyo rocío el hombre produce frutos de vida divina.
De estos dice Isaías: Serán como un terebinto sin hojas y como un jardín sin
agua (Is 1.30). Estos no son de utilidad alguna para Dios, pues no producen
frutos.
Hay que mantenerse lejos del error
100. En lo referente a los tres
artículos de nuestro bautismo, el error motivó muchas digresiones lejanas de la
verdad. Porque o desprecian al Padre, o no acogen al Hijo hablando en contra de
la economía de la encarnación, o rechazan al Espíritu, es decir, desechan la
profecía. Debemos defendernos de esta clase de personas, evitar sus caminos si
de verdad queremos agradar a Dios y obtener la salvación.
Demostración de la predicación
apostólica de San Ireneo. Gloria a toda la Santa Trinidad, Dios único, Padre,
Hijo y Espíritu Santo, providencia universal, eternamente. Amén.
Comentario personal:
Este documento es una demostración de la
Predicación Apostólica de Irineo de Lión dirigida a su amigo Marciano y le
promete un compendio de la fe cristiana. La primera parte es una justificación
del escrito de Ireneo, ya que escribe todo esto, contra las herejías de su
tiempo, al final del documento lo deja entrever. Manifiesta las Reglas de la
fe: fundamento de la verdad y de la salvación luego inicia una catequesis
Apostólica o el kerigma trinitario (cc. 4-41). Y justifica la creación como
obra de la trinidad, Dios crea por medio del Verbo y del Espíritu; y nos
reflexiona los tres artículos de la Fe: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y la
formula bautismal válida para los primeros Cristianos, un nuevo nacimiento en
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Luego nos va manifiesta las bondades del
Padre que es justo y fiel. Y regresa a explicar que el padre se manifiesta por
el Hijo y por el Espíritu Santo.
Después de la justificación trinitaria
inicia la historia de la salvación desde la creación del hombre a imagen y
semejanza del Dios creador, y de las delicias de la creación creada por Dios
para el hombre mismo, que lo cuida como a un niño en un jardín. Luego ve la
necesidad de crearle una compañera que es sacada desde sus huesos y de su
propia carne que se le podrá por nombre Eva. Aquí hay que dejar claro que se
usó la versión yavista de la creación.
Toda la creación es armonía y la mayor
prueba de esa armonía es Adán y Eva, Ireneo explica los designios de Dios
haciendo una relectura de toda la creación, sigue narrando y manifiesta la
caída del hombre por el pecado de desobediencia, esto generara un drama que
seguirá presente en toda la creación.
Ireneo echa mano de toda los pasajes que
pueda para justificar el ministerio de Jesucristo, habla de Caín y Abel, del
diluvio como juicio de Dios, Las bendiciones y las maldiciones en la familia de
Noé, hasta que llega a la Alianza Abrahán sellada con Abraham, en la que le
promete una descendencia que sería tan grande como las estrellas del cielo y le
daría una tierra prometida solo si lo adoraba como su Dios.
Otro de los puntos centrales de la predicación
de Ireneo será el misterio de la Pascua judío por el cual regresa a la tierra
prometida, y el Decálogo entregado a Moisés, la exploración de la Tierra
Prometida y la peregrinación por el Desierto, las normas mosaicas del Deuteronomio,
la conquista y la distribución de la Tierra prometida. Llega al envío de los profetas
que intenta traer a colación todas las profecías que hablen del cumplimiento de
la promesa de Abrahán, un Cristo, nacido de la Virgen de la descendencia de
David, La Encarnación del salvador y la destrucción de la muerte y don de la
vida, el Nacimiento, muerte y resurrección del Cristo, aquí Ireneo intenta
hacer una relectura a la luz del Antiguo Testamento justificando la predicación
de Cristo (cc. 42-85).
Ireneo intenta decir que el verbo de
Dios, por medio del cual todo fue hecho, siempre estuvo hablando a lo largo de
la Historia del pueblo de Israel, el Hijo de Dios conversó con Abrahán, Jacob, Moisés
con esto lo une a todo el pueblo judío con las figuras más importantes. Y coloca
en boca de los profetas todos los títulos del nuevo mesías que se le llamara
Jesús, la Unción del Verbo, el primado y realeza de Cristo, Sacerdote eterno, el
Hijo de Dios rey universal, el testimonio de los profetas sobre la
preexistencia de Cristo, el Hijo siervo del Padre, el signo profético que
anuncia al Mesías-Cristo y Jesús-Salvador, el Emmanuel: Dios-con-nosotros, el Admirable
Consejero, la estrella de Jacob, el vástago de Jesé, el Justo juez, los
profetas colocan el nacimiento del mesías en Belén: para emparentarlo con David,
y así denominarlo, Rey para siempre.
Luego se acerca a la vida y obra pública
del mesías, el hijo de Dios, al mismo Jesucristo y va colocando premisas que lo
identifica con el mesías ungido, esperado desde los profetas, como hace
milagros en la Galilea, Samaría y en toda la Palestina, luego como sufre la
pasión y es predicha por los mismos profetas que luego desembocara en la muerte
del mesías, para que luego al tercer día como estaba escrito resucitaría
salvándonos de nuestros pecados y reconciliando al hombre nuevamente con Dios. Su
propia Ascensión y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y a muertos.
Luego se narrara los hechos de los apóstoles como la Buena Noticia (cc. 86-97)
La conclusión (cc. 98-100) de este bello
escrito, pudiera denominarlo Apologista que defendía la fe que se creía,
haciendo una relectura del acontecimiento Cristo desde el Antiguo Testamento y
una clara advertencia encontrar de las desviaciones de los herejes de su tiempo.
Referencia bibliográfica Documento
tomado de esta Fuente: Colección Fuentes Patrísticas, volumen 2, por Eugenio
Romero Pose. Editorial Ciudad Nueva www.ciudadnueva.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario