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Facultad
de Teología de la USTA/Asignatura: Patrología
Seminarista:
Michael Daniel Cuevas
Bogotá:
22 de mayo de 2015.
Teología
de Agustín de Hipona.
Nació entre
los años 200 y 210 en África, probablemente en Cartago, convirtiéndose al cristianismo
gracias al presbítero Cecilio. Poco después de su conversión fue ordenado
sacerdote, y en 249 fue elegido obispo de Cartago por aclamación del pueblo. Al
estallar la persecución de Decio (250) se ocultó, actitud que no sería bien
vista por todos. Poco después del martirio del papa Fabiano se vio compelido a
enviar una carta a la iglesia de Roma explicando el porqué de su conducta y
aportando los testimonios de otras personas que aseguraban que nunca había
abandonado sus deberes de pastor. No fue aquél el único problema derivado de la
persecución pues pronto se planteó el relativo a los lapsos o cristianos que
habían renegado de su fe. Cipriano era contrario a la inmediata reconciliación
de éstos y su actitud provocó la oposición de un sector eclesial en el que
destacaba Novato, quien marcharía a Roma a apoyar a Novaciano contra el nuevo
papa Cornelio. Cipriano procedió excomulgando a sus opositores y redactando dos
cartas pastorales Acerca de los lapsos y Acerca de la unidad de la iglesia. En
mayo del 251 se reunió un sínodo que aprobó los principios de Cipriano y las
excomuniones decretadas por éste, aceptándose asimismo que todos los lapsos
fueran admitidos a la penitencia. Los últimos años de su vida tuvo que enfrentarse
a la controversia relacionada con el bautismo de los herejes. Cipriano,
siguiendo una tradición africana confirmada por los sínodos de Cartago de 255 y
256, se manifestaba en contra de la validez del mismo. Por el contrario, el
papa Esteban advirtió a los africanos contra la adopción de aquella postura que
desmentía la tradición eclesial previa. El conflicto se agudizó al promulgar
Valeriano un edicto contra los cristianos. En la persecución Esteban murió
mártir y Cipriano fue desterrado a Cucubis en el 257.
La principal
aportación teológica de Cipriano gira en torno a su eclesiología. Para él fuera
de la Iglesia no hay salvación (“Salus extra Ecclesiam non est”), tesis que
ilustra comparando a la Iglesia con una madre, con el arca de Noé, etc. El
fundamento de la unidad eclesial es la sumisión al obispo (al que aplica globalmente
el texto de Mt 16,18) que sólo responde ante Dios. De lo expresado se desprende
que no reconocía una supremacía de jurisdicción del obispo de Roma sobre sus
colegas ni tampoco que Pedro hubiera recibido poder sobre los demás apóstoles y
esto explica su oposición al papa Esteban en la cuestión del bautismo de los
herejes. Con todo, los derechos reconocidos al papa Cornelio y su carta de
autojustificación ante la Iglesia de Roma han hecho pensar a algunos autores
que se sentía obligado hacia la sede romana. Al mismo tiempo resulta claro que
vio a Pedro como fundamento de la Iglesia. En relación con el bautismo,
Cipriano rechazó el realizado por los herejes y se mostró partidario de
administrar el de infantes cuanto antes, incluso con anterioridad a los ocho
días. Habla asimismo de un bautismo superior al de agua, que es el de sangre conferida
por el martirio. En relación con la penitencia, Cipriano optó por una postura
que rechazaba el laxismo de su clero y el rigorismo de Novaciano. Desde una
perspectiva actual, su tesis nos resulta muy rígida, pero este aspecto debe
situarse dentro de los patrones de conducta de la época. En relación a la
Eucaristía, es autor del único escrito anterior a Nicea consagrado
exclusivamente a este tema. Su punto de vista es interesante porque incide
especialmente en el carácter sacrificial de la Cena del Señor, que es
repetición del sacrificio de Cristo. Este pasaje de Cipriano es el primero en
el que se afirma que la ofrenda son el cuerpo y la sangre del Señor. Este
sacrificio tiene un valor objetivo pues se ofrece para el eterno descanso de
las almas y en honor de los mártires. Naturalmente carece de toda validez
celebrado fuera de la unidad eclesial. En el 258 fue decapitado cerca de
Cartago. Era el primer obispo africano mártir.
Referencias
Bibliográficas:
Bernardino A,
“Patrología III la edad de oro de la literatura patrística Latina” editorial Biblioteca
de Autores Cristianos, Tercera Edición, Madrid 1977.
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