viernes, 9 de octubre de 2015

El primero concilio de Constantinopla (a.381)


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Facultad de Teología de la USTA/Asignatura: Patrología
Seminarista: Michael Daniel Cuevas
Bogotá: 22 de Abril de 2015.
El primero concilio de Constantinopla (a.381)
Se define la divinidad del ES y se completa el símbolo niceno dándole la redacción conocida como Símbolo Nicenoconstantinopolitano. Este símbolo adquiere su actual rango teológico al ser aceptado solemnemente por el concilio de Calcedonia (a. 451). De este símbolo nos interesa en este momento la doctrina pneumatológico, que constituye su nota más característica:
Del espíritu Santo se confiesa:
“y (creemos) en el ES, el señor, vivificante, el que procede del Padre, el coadorado y conglorificado con el Padre y el hijo, el que habló por los profetas: en una santa, católica y apostólica Iglesia”.
Se define, en primer lugar la divinidad del ES. La divinidad del Espíritu santo ya viene insinuada precisamente en el calificativo que acompaña la mención del Espíritu: Santo. Este calificativo se le da desde el NT (Lc 1,35; Jn 14,26) y  tomado en su radicalidad lo muestra como persona divina: solo Dios es Santo. Es esta santidad absoluta lo que le permite ser santificador en sentido absoluto y divinizador del hombre. Esta argumentación es usada por San Basilio. Y al afirmar su fe en la santidad del Espíritu la Iglesia está afirmando su fe en su propia sanidad y en el poder santificador del Bautismo.
Argumentaciones teológicas
•      El Espíritu es Señor y por tanto, n pertenece al nivel de las creaturas, es decir, no es un espíritu servidor como los ángeles, sino se encuentra en la esfera del señorío divino.
•      El Espíritu es dador de vida o vivificador, por tanto, el hecho de que la obra del Espíritu Santo es la santificación, y esto lleva consigo que el hombre es re-creado, es hecho, nueva creatura en Cristo, hasta la perfecta redención del cuerpo, es decir la resurrección de los cuerpos, que tendrá lugar por obra del Espíritu (Rm 8,11).
•      El Espíritu que procede del Padre, como es obvio, está puesta para mostrar el origen divino del Espíritu Santo. El Espíritu procede, pero sin ser engendrado; procede, pero no es hecho, ni creado. Se recoge aquí la afirmación hecha por el mismo Jesucristo contenida en Jn 15, 26-27 “el Espíritu que procede del Padre”, y la exposición de Gregorio de Nacianzo.
•      Afirma la homotimia o adorabilidad del Espíritu Santo, con el Padre y el hijo, este argumento siempre fue muy importante ya que era respuesta a los pneumatómacos que solo reconocían la adorabilidad, y por tanto la divinidad del hijo, pero no la del Espíritu.
•      Afirma que hablo por los profetas tiene la misma intensión: reafirmar la divinidad del Espíritu Santo, pues este argumentos, los profetas hablan inspirados por el Espíritu, recurrieron también los Padres para reafirmar su divinidad.
En el símbolo, pues, se confiesa la divinidad del Espíritu Santo atribuyendo al Espíritu Santo: a) un nombre divino: Señor; b) funciones divinas dar la Vida; c) un origen inmanente del Padre: Procede; d) una igualdad de adoración.
Finalmente, en el primer canon del Concilio se condenan explícitamente a los sabelianos, los arrianos, y los macedonianos, con lo que la negación de la divinidad del Espíritu quedó definitivamente sobrepasada.
Referencias Bibliográficas:
J. Quasten, “Patrología II, La edad de oro de la literatura patrística griega”, Editorial Biblioteca de Autores Cristianos, Tercera Edición, España-Madrid 1986.
L. Mateo-Seco, “Dios uno y Trino” editorial EUNSA, Tercera Edición, Pamplona 2008.
C. Izquierdo, J. Burggraf y F. Arocena,“Diccionario de teología” Editorial EUNSA, Primera Edición, Pamplona 2006

 J. Sayés, Comprender la Trinidad, San pablo, Madrid 2013.

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