viernes, 9 de octubre de 2015

Escuela de Antioquia.


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Facultad de Teología de la USTA/Asignatura: Patrología
Seminarista: Michael Daniel Cuevas
Bogotá: 22 de mayo de 2015.
Escuela de Antioquia.
Esta escuela se ubicaba en una de las tres ciudades más importante del mundo Romano, filosóficamente era heredera de la tradición aristotélica la cual quedo marcada en la su teología, su método de trabajo es copiado del rabínico judío, esta escuela no estaba atada a un instituto propio como la alejandrina, sino que era más personalista y menos organizada.
Según la tradición la escuela fue fundada por Luciano en el año 312, se opuso al alegorismo de la de Alejandría. Se dedicó a la interpretación literal de las Escrituras. Produjo comentarios bíblicos de valor perdurable y formó a un gran número de escritores posteriores con su método exegético.
       Sin embargo, esta escuela tomó una orientación teológica particular. El documento más antiguo que tenemos sobre la enseñanza de Luciano le acusa de ser un sucesor de Pablo de Samosata y el precursor de la doctrina que pronto iba a ser conocida con el nombre de arrianismo. Es una carta escrita por el obispo Alejandro de Alejandría, diez años después de la muerte de Luciano, a todos los obispos de Egipto, Siria, Asia y Capadocia. Teodoreto (Hist. eccl. 1,4) cita el siguiente párrafo:
      
Vosotros habéis sido instruidos por Dios; no ignoráis, pues, que esta doctrina que se está levantando nuevamente contra la fe de la Iglesia, es la doctrina de Ebión y Artemas; es la perversa teología de Pablo de Samosata, que fue expulsado de la iglesia de Antioquía por una sentencia conciliar pronunciada por obispos de todas partes; su sucesor Luciano estuvo excomulgado largo tiempo bajo tres obispos; las heces de la impiedad de aquellos herejes han sido absorbidas por estos hombres que se han levantado de la nada... Arrio, Aquilas y toda la cuadrilla de sus compañeros de malicia.
       En efecto, Arrio y los futuros partidarios fueron educados por Luciano en Antioquía. Arrio se jactaba de ser discípulo suyo, se llamaba a sí mismo “lucianista,” y se dirigía al sucesor de Luciano, el obispo Eusebio de Nicomedia, como “colucianista” (EPIFANIO, Haer. 69,6; TEODORETO, Hist. eccl. 1,4). Todo esto indica que Luciano fue padre del arrianismo. Por lo tanto, esta herejía no tuvo sus raíces en Alejandría, donde empezó a propagarse, sino en Antioquía. El adopcionismo de Pablo de Samosata sobrevivió, con modificaciones, en la doctrina de Arrio. Atacaba, en efecto, el carácter absoluto de la divinidad de Cristo, uno de los artículos más fundamentales de la fe cristiana.
Eustacio de Antioquía, que militaba en el bando opuesto, teológicamente procedía igualmente de la tradición escolar de A. Él atacó en igual manera a Arrío con sus partidarios y al maestro alejandrino Orígenes. Teniendo en cuenta sus precisas y ortodoxas afirmaciones cristológicas, no parece justificado considerarlo como sucesor de Pablo de Samosata o como precursor de Nestorio. En las disputas posnicenas destacaron Ecio de Antioquía y su discípulo Eunomio como adversarios de la decisión conciliar. Con ayuda de la doctrina aristotélica de las categorías y de la dialéctica sofista, llevaron consecuentemente hasta el final la doctrina errónea de Arrío y negaron incluso la semejanza del Hijo con el Padre divino.
La escuela de Diodoro de Tarso (+ 394) constituyó un nuevo punto de arranque; él estuvo unido con la anterior tradición antioquena sólo por su método y por sus tesis teológicas. Sus discípulos más famosos fueron Juan Crisóstomo y Teodoro de Mopsuestia, en cuya generación la escuela antioquena alcanzó un período de gran esplendor. Aunque en numerosos comentarios Diodoro cultiva su exégesis, en oposición consciente a la interpretación alegórico-mística de los alejandrinos, sin embargo, con su exégesis histórico-gramatical él va más allá de «la letra desnuda». Así como él defiende decididamente contra los arrianos la divinidad plena del Hijo, acentúa igualmente contra Apolinar que en la encarnación el Logos ha asumido íntegramente la naturaleza humana. Así se llega en el pensamiento antioqueno a una fuerte separación en Jesucristo entre el que es Hijo de Dios y el que es hijo de María y, con ello, de David. Mas, para no renunciar a la unidad, Diodoro asegura que «no son dos hijos, si bien no consigue exponer esta unidad en forma conceptualmente satisfactoria.
Hasta final del s. v se puede perseguir en Edesa, en el norte de Mesopotamia, las huellas de la gran escuela de Diodoro.

Referencias Bibliográficas:
Quasten J, “Patrología I Hasta el concilio de Nicea” editorial Biblioteca de Autores Cristianos, Tercera Edición, Madrid 1977.
http://www.mercaba.org/Mundi/1/antioquia.htm consultado el día 22 de mayo a la 12pm.


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