viernes, 9 de octubre de 2015

Teología de Agustín de Hipona.


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Facultad de Teología de la USTA/Asignatura: Patrología
Seminarista: Michael Daniel Cuevas
Bogotá: 22 de mayo de 2015.
Teología de Agustín de Hipona.
Nació entre los años 200 y 210 en África, probablemente en Cartago, convirtiéndose al cristianismo gracias al presbítero Cecilio. Poco después de su conversión fue ordenado sacerdote, y en 249 fue elegido obispo de Cartago por aclamación del pueblo. Al estallar la persecución de Decio (250) se ocultó, actitud que no sería bien vista por todos. Poco después del martirio del papa Fabiano se vio compelido a enviar una carta a la iglesia de Roma explicando el porqué de su conducta y aportando los testimonios de otras personas que aseguraban que nunca había abandonado sus deberes de pastor. No fue aquél el único problema derivado de la persecución pues pronto se planteó el relativo a los lapsos o cristianos que habían renegado de su fe. Cipriano era contrario a la inmediata reconciliación de éstos y su actitud provocó la oposición de un sector eclesial en el que destacaba Novato, quien marcharía a Roma a apoyar a Novaciano contra el nuevo papa Cornelio. Cipriano procedió excomulgando a sus opositores y redactando dos cartas pastorales Acerca de los lapsos y Acerca de la unidad de la iglesia. En mayo del 251 se reunió un sínodo que aprobó los principios de Cipriano y las excomuniones decretadas por éste, aceptándose asimismo que todos los lapsos fueran admitidos a la penitencia. Los últimos años de su vida tuvo que enfrentarse a la controversia relacionada con el bautismo de los herejes. Cipriano, siguiendo una tradición africana confirmada por los sínodos de Cartago de 255 y 256, se manifestaba en contra de la validez del mismo. Por el contrario, el papa Esteban advirtió a los africanos contra la adopción de aquella postura que desmentía la tradición eclesial previa. El conflicto se agudizó al promulgar Valeriano un edicto contra los cristianos. En la persecución Esteban murió mártir y Cipriano fue desterrado a Cucubis en el 257.
En sus obras destaca el escrito a Donato: relata su conversión y el cambio de vida experimentado por la acción de la gracia; Acerca del vestido de las vírgenes: dirigido a las jóvenes cristianas a las que advierte de peligros mundanos como las alhajas, los cosméticos, los baños mixtos y el vestuario lujoso; Acerca de los lapsos: escrita en la primavera del 251, contiene la postura rígida de Cipriano en relación con los apóstatas de la persecución. Fue la base del tratamiento del tema en África; Acerca de la unidad de la Iglesia: dirigido especialmente contra Novaciano, señala que los cismas y herejías son atribuibles al diablo y que todo cristiano debe permanecer en la Iglesia católica, que es la única edificada sobre Pedro, pues fuera de ella no hay salvación. Problema ligado a esta obra es el de sus famosas “adiciones” acerca del primado de Pedro que, para algunos, son interpolaciones posteriores, mientras que para otros, como Dom Chapman, no son sino revisiones del texto realizadas por el propio Cipriano; Acerca de la oración del Señor: obra de interpretación del Padrenuestro basada fundamentalmente en otra anterior de Tertuliano; otro será el escrito a Demetriano: donde defiende a los cristianos de la acusación de ser culpables de los desastres del Imperio; Acerca de la mortalidad: una explicación del valor que el cristiano debe dar al fenómeno de la muerte; Acerca de la obra y de las limosnas: obra que pretende impulsar a la caridad cristiana a los creyentes como agradecimiento a la redención obtenida por la sangre de Cristo; Acerca de lo bueno de la paciencia: basado en el tratado Acerca de la paciencia de Tertuliano; Acerca del celo y de la envidia; Exhortación al martirio dirigida a Fortunato; Tres libros de testimonios A Quirino; Porque los ídolos no son dioses y Cartas (81 en número). Se le han atribuido asimismo trece obras no auténticas de las que las más conocidas son el tratado A Novaciano, Acerca del cómputo de la Pascua y Acerca del rebautismo.
La principal aportación teológica de Cipriano gira en torno a su eclesiología. Para él fuera de la Iglesia no hay salvación (“Salus extra Ecclesiam non est”), tesis que ilustra comparando a la Iglesia con una madre, con el arca de Noé, etc. El fundamento de la unidad eclesial es la sumisión al obispo (al que aplica globalmente el texto de Mt 16,18) que sólo responde ante Dios. De lo expresado se desprende que no reconocía una supremacía de jurisdicción del obispo de Roma sobre sus colegas ni tampoco que Pedro hubiera recibido poder sobre los demás apóstoles y esto explica su oposición al papa Esteban en la cuestión del bautismo de los herejes. Con todo, los derechos reconocidos al papa Cornelio y su carta de autojustificación ante la Iglesia de Roma han hecho pensar a algunos autores que se sentía obligado hacia la sede romana. Al mismo tiempo resulta claro que vio a Pedro como fundamento de la Iglesia. En relación con el bautismo, Cipriano rechazó el realizado por los herejes y se mostró partidario de administrar el de infantes cuanto antes, incluso con anterioridad a los ocho días. Habla asimismo de un bautismo superior al de agua, que es el de sangre conferida por el martirio. En relación con la penitencia, Cipriano optó por una postura que rechazaba el laxismo de su clero y el rigorismo de Novaciano. Desde una perspectiva actual, su tesis nos resulta muy rígida, pero este aspecto debe situarse dentro de los patrones de conducta de la época. En relación a la Eucaristía, es autor del único escrito anterior a Nicea consagrado exclusivamente a este tema. Su punto de vista es interesante porque incide especialmente en el carácter sacrificial de la Cena del Señor, que es repetición del sacrificio de Cristo. Este pasaje de Cipriano es el primero en el que se afirma que la ofrenda son el cuerpo y la sangre del Señor. Este sacrificio tiene un valor objetivo pues se ofrece para el eterno descanso de las almas y en honor de los mártires. Naturalmente carece de toda validez celebrado fuera de la unidad eclesial. En el 258 fue decapitado cerca de Cartago. Era el primer obispo africano mártir.

Referencias Bibliográficas:
Bernardino A, “Patrología III la edad de oro de la literatura patrística Latina” editorial Biblioteca de Autores Cristianos, Tercera Edición, Madrid 1977.


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