viernes, 9 de octubre de 2015

Teología de Tertuliano.


>

Facultad de Teología de la USTA/Asignatura: Patrología
Seminarista: Michael Daniel Cuevas
Bogotá: 22 de mayo de 2015.
Teología de Tertuliano.
Quinto Septimio Florencio Tertuliano nació en Cartago hacia el 155 de padre centurión. Abogado en Roma, se convirtió hacia el 193, estableciéndose en Cartago. Jerónimo afirma que fue ordenado sacerdote, pero lo cierto es que tal dato no se desprende de sus obras. En torno al 207 adoptó una postura favorable al montañismo, llegando a ser jefe de un grupo extremo dentro de este movimiento al que se denominó como tertulianistas y que llegó hasta la época de Agustín de Hipona. Murió con posterioridad al 220.
Buena parte de su formación forense queda evidenciada en la obra literaria de Tertuliano, de manera que es constante en él la utilización de un tono de polémica y apologética. Entre sus obras apologéticas y polémicas destacan los dos libros A los paganos, la Apología  quizá su obra más importante, en la que, dirigiéndose a los gobernantes provinciales, suplica la libertad religiosa para los cristianos, Acerca del testimonio del alma, el tratado Contra los judíos, el tratado Acerca de la prescripción de los herejes, Contra Marción, Contra Hermógenes, Contra los valentinianos, Acerca del bautismo, Contra Práxeas, etc. También ahondó Tertuliano en los terrenos de la moral y la ascesis (A los mártires, el tratado Acerca de los espectáculos, Acerca de la oración, Acerca de la penitencia, Acerca del velo de las vírgenes, Acerca de la corona  obra en la que se describen la guerra y el servicio militar como absolutamente incompatibles con la fe cristiana, Acerca de la huida de la persecución, Acerca de la idolatría donde Tertuliano vuelve a repetir sus tesis relacionadas con el hecho de que un cristiano no puede servir en el ejército, etc.
Es posible que la contribución principal de Tertuliano a la teología sea en relación con la doctrina de la Trinidad. Él fue el primero en aplicar el término “Trinitas” a las tres personas y así en De pud. XXI, habla de la “Trinidad de una divinidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo.” Asimismo expuso la idea de que el Hijo era de la misma sustancia que el Padre, así como que “hay una sola sustancia en los tres que están unidos entre sí.” Su doctrina trinitaria se adelantó pues en un siglo al símbolo de Nicea. Mariológicamente, Tertuliano niega la virginidad de María durante y después del parto, señalando que “aunque era virgen cuando concibió, fue mujer cuando dio a luz” (De carne Christi XXIII). Por “hermanos de Jesús,” lógicamente entiende a los hijos de María según la carne (De carne Christi VII; Adv. Marc IV, 19, De monog. VIII, De virg. vel. VI). Con todo, para Tertuliano, María es la segunda Eva. Eclesiológicamente, Tertuliano fue el primero en aplicar el título de Madre a la Iglesia, “señora madre iglesia” (Ad mart. I). Esta iglesia es receptora de la fe y custodia de lo revelado, pues sólo ella posee las Escrituras que los herejes no tienen derecho a utilizar. En su período montanista, esta visión de la iglesia institución iría cediendo, lógicamente, ante una visión de la iglesia espiritual formada por los hombres espirituales. Ambas están enfrentadas y contrapuestas. Sacramentalmente, las aportaciones de Tertuliano al latín cristiano son realmente notables aunque no podemos limitarlas sólo a esta área de la teología aunque él no fue, como ha mostrado A. Kolping, el primero en utilizar el término “sacramentum.” También es el primer autor que nos ha legado una descripción de la práctica peni-tencial en la Iglesia primitiva. Por él sabemos que existía un segundo perdón después del bautismo consistente en arrepentimiento y satisfacción mediante el cual el pecador podía volver al estado de gracia. Este perdón requería una confesión pública de pecado y concluía con la absolución pronunciada por el obispo. Salvo en su época montanista en que restringió el perdón a los “pecados más leves,” Tertuliano manifiesta que el mismo era aplicable a todo tipo de pecados. No trató con frecuencia el tema de la Eucaristía, pero parece claro que considera ésta como sacrificio (De orat XIX) y, desde luego, afirmó la presencia real (De pud IX, De idol VII). Como él mismo señala: “El pan que Cristo tomó y dio a sus discípulos, lo hizo su cuerpo diciendo Este es mi cuerpo” (Adv. Marc. IV, 40). Se ha discutido si la expresión “representare” en relación al papel que el pan desempeña respecto al cuerpo de Cristo en la Eucaristía no sería contradictoria con lo anteriormente expuesto. En realidad, creemos que no, puesto que aquí “representare” tiene el contenido de hacer presente. El pan es el medio que se utilizaría, pues, para hacer presente el cuerpo de Cristo no sólo para simbolizarlo en la eucaristía. Escatológicamente, Tertuliano creía en la existencia de un infierno eterno para los condenados (Apol. XLVIII) y se basó en el pasaje de Mat 5:25 para abogar por una idea de purgatorio o purificación del alma “post mortem,” que, no obstante, localiza en el infierno y durante el período que va de la muerte a la resurrección (De an. LVIII). Aún más, Tertuliano sostenía que de ese purgatorio “avant la lettre” sólo estaban excluidos los mártires (De resurr. carnis. XLIII). La situación de las almas que se hallan en ese estado puede ser aliviada mediante las oraciones de los vivos, como hacen las esposas que rezan por sus maridos fallecidos (De monog. X). Finalmente, podemos señalar que Tertuliano creía en el milenarismo y pensaba que, al fin del mundo, los justos resucitarían para reinar con Cristo en Jerusalén por un período de mil años (Adv. Marc. III, 24).

Referencias Bibliográficas:
Bernardino A, “Patrología III la edad de oro de la literatura patrística Latina” editorial Biblioteca de Autores Cristianos, Tercera Edición, Madrid 1977.


No hay comentarios:

Publicar un comentario