viernes, 9 de octubre de 2015

Epideixis de Irineo de Lión


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Facultad de Teología de la USTA/Asignatura: Patrología
Seminarista: Michael Daniel Cuevas
Bogotá: 4 de marzo del 2015.
Síntesis de la Epideixis de Irineo de Lión
PRÓLOGO (cc. 1-3)
1. Conozco, querido Marciano, tu empeño en seguir la senda de la piedad el único camino que lleva al hombre a la vida eterna; me alegro por ello y pido por ti para que, conservando pura la fe, resultes grato a Dios, tu Creador. Lo que te envío es una especie de promemoria sobre los puntos fundamentales, de tal modo que en pocas páginas puedas encontrar abundante material teniendo reunidas concisamente las líneas fundamentales del cuerpo de la verdad y con este compendio tengas a mano las pruebas de las realidades divinas. En realidad, para aquéllos que ven no hay más que un camino ascendente, iluminado por la luz celeste; pero para aquéllos que no ven, los caminos son muchos, sin iluminación y descendentes. El primero conduce al reino de los cielos y une al hombre con Dios; los otros llevan a la muerte y alejan de Dios.

El conocimiento de la verdad y las buenas obras
2. Y como el hombre es un ser viviente compuesto de alma y cuerpo, así es necesario y conveniente que exista en virtud de tales dos elementos; y puesto que del uno y del otro, de los dos, emanan las caídas, la pureza del cuerpo está en abstenerse y rehuir toda cosa inverecunda y toda acción injusta, y la pureza del alma está en conservar intacta la fe en Dios, sin agregar ni quitar nada de ella. Por esto dice el Espíritu Santo por medio de David: Dichoso el hombre que no ha caminado en el consejo de los impíos (Sal 1,1), es decir, en el consejo de los pueblos que no conocen a Dios; de hecho, impíos son aquellos que no veneran a Aquél que es, por naturaleza, Dios. De ahí que el Verbo dice a Moisés: Yo soy el que soy (Ex 3,14). De esta forma los que no veneran a Aquél que verdaderamente es, son impíos. El que no se ha parado en el camino de los pecadores (Sal 1,1). Y son pecadores los que poseen el conocimiento de Dios y no guardan sus mandamientos, es decir, los que le desprecian. Que tampoco se sienta en la cátedra de los cínicos (Sal 1,1). Cínicos son los que con doctrinas falsas y perversas no sólo se corrompen a sí mismos sino también a los demás. La cátedra de hecho es el símbolo de la escuela. Así son los herejes: se sientan en la cátedra de los cínicos y corrompen a los que toman el veneno de sus doctrinas.

La Regla de la fe: fundamento de la verdad y de la salvación
3. Así pues, por temor a cosa semejante, nosotros debemos mantener inalterada la Regla de la fe, y cumplir los mandamientos de Dios creyendo en Él, temiéndole como a Señor y amándole como a Padre. Por lo tanto, un comportamiento de este estilo es una conquista de la fe, pues, como dice Isaías: Si no creéis no comprenderéis (Is 7,9); la fe nos es concedida por la verdad, pues la fe se fundamenta en la verdad. En primer lugar la fe nos invita insistentemente a rememorar que hemos recibido el bautismo para el perdón de los pecados en el nombre de Dios Padre y en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios encarnado, muerto y resucitado, y en el Espíritu Santo de Dios; que el bautismo es el sello de la vida eterna, el nuevo nacimiento de Dios, de tal modo que no seamos ya más hijos de los hombres mortales, sino de Dios eterno e indefectible; que el Eterno e Indefectible es Dios, por encima de todas las creaturas, y que cada cosa, sea de la especie que sea, está sometida a Él, y cuanto a Él fue sometido fue por Él creado.

LA CATEQUESIS APOSTÓLICA (cc. 4-41)
Dios creador de todas las cosas

4. Porque es necesario que las cosas creadas tengan por principio alguna causa grande, y el principio de todo es Dios; Él no tiene origen en otro, antes por el contrario, todo fue creado por Él.

Dios crea por medio del Verbo y del Espíritu
5. He aquí la demostración [de esta doctrina]: que hay un solo Dios, Padre, increado, invisible, creador del universo; ni por encima de Él ni después de Él existe otro Dios; que Dios es racional y por esto todos los seres fueron creados por medio del Verbo; y Dios es Espíritu, y con el Espíritu lo dispuso todo, según dice el profeta: Por la palabra del Señor fueron establecidos los cielos, y por obra de su Espíritu todas sus potencias (Sal 32,6).

Los tres artículos de la Fe: Padre, Hijo y Espíritu Santo
6. He aquí la Regla de nuestra fe, el fundamento del edificio y la base de nuestra conducta: Dios Padre, increado, ilimitado, invisible, único Dios, creador del universo. Éste es el primer y principal artículo. El segundo es: el Verbo de Dios, Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Señor, que se ha aparecido a los profetas según el designio de su profecía y según la economía dispuesta por el Padre; por medio de Él ha sido creado el universo. Y como tercer artículo: el Espíritu Santo por cuyo poder los profetas han profetizado y los padres han sido instruidos en lo que concierne a Dios, y los justos han sido guiados por el camino de la justicia, y que al fin de los tiempos ha sido difundido de un modo nuevo sobre la humanidad, por toda la tierra, renovando al hombre para Dios.

El bautismo nuevo nacimiento en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo
7. Por eso el bautismo, nuestro nuevo nacimiento, tiene lugar por estos tres artículos, y nos concede renacer a Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo.
Dios Padre bondadoso y justo
8. Y si el padre es denominado por el Espíritu Santo, Altísimo, Omnipotente y Señor de las potencias, es para que lleguemos a conocer a Dios, es decir, el creador del cielo y de la tierra y de todo el universo, creador de los ángeles y de los hombres y Señor de todos, por medio del cual todo existe y permanece en vida, misericordioso, compasivo, tiernísimo, bueno, justo, Dios de todos, de los Judíos, de los Gentiles y de los creyentes; pero de los creyentes es Dios Padre, pues al fin de los tiempos abrió Él el testamento de la adopción filial; sin embargo para los Judíos es Señor y legislador porque cuando aquellos hombres, en los tiempos medios, olvidaron a Dios alejándose y rebelándose contra Él, los recondujo a la obediencia mediante la ley para que cayeran en la cuenta que tenían un Señor que es autor, creador y que da el soplo de vida, al cual debemos prestar culto día y noche; y para los Gentiles es creador, demiurgo y omnipotente. Para todos, sin excepción, es dador de alimento y manjar, rey y juez, porque nadie escapará a su juicio, ni judío, ni gentil ni ningún creyente que haya pecado y ni siquiera un ángel

Los siete cielos, los dones del Espíritu y el culto angélico
9. Este mundo hállase rodeado de siete cielos, en los cuales habitan innumerables potencias, ángeles y arcángeles, que aseguran un culto a Dios todopoderoso y creador del universo. En efecto, dice: Sobre él se posará el Espíritu de Dios, Espíritu de sabiduría e inteligencia, Espíritu de consejo y de fortaleza, [Espíritu de Ciencia] y de piedad; le conquistará el Espíritu del temor de Dios (Is 11,2-3). El primer cielo, pues, a partir de lo alto, que contiene a los restantes, es la sabiduría; el segundo es la inteligencia; el tercero es el consejo; el cuarto, en línea descendente, es la fortaleza; el quinto es la ciencia; el sexto es la piedad; el séptimo, que corresponde a nuestro firmamento, está repleto del temor de este Espíritu que ilumina a los cielos. De ahí tomó Moisés el modelo del candelabro de los siete brazos que arde ininterrumpidamente en el Santuario.

La glorificación del padre por el Hijo y por el Espíritu Santo
10. A que este Dios, es decir el Padre, viene pues glorificado por su Verbo, que es su Hijo para siempre, y por el Espíritu Santo, que es la Sabiduría del Padre de todos. Y sus potencias, la del Logos y de la sabiduría, llamadas también Querubines y Serafines, glorifican a Dios con voz incesante; y cualquier otra creatura que con ellas está en los cielos da gloria a Dios, Padre de todos.

Dios plasma al hombre con sus manos
11. Al hombre empero lo plasmó Dios con sus propias manos, tomando el polvo más puro y más fino de la tierra y mezclándolo en medida justa con su virtud. Dio a aquel plasma su propia fisonomía, de modo que el hombre, aun en lo visible, fuera imagen de Dios. Porque el hombre fue puesto en la tierra plasmado a imagen de Dios. Y a fin de que pudiera vivir, sopló Dios en su rostro un hálito vital, de manera que tanto en el soplo como en la carne plasmada el hombre fuera semejante a Dios.

El paraíso lugar de delicias
12. Habiendo, pues, constituido al hombre dueño de la tierra y de toda cosa que hay sobre ella, secretamente le constituyó también dueño de aquellos que en ella tienen oficio de siervos. Y a fin que se alimentara y desarrollara con gozo y alegría, fuere preparado un sitio mejor que este mundo, superior a él por el aire, la belleza, la luz, el alimento, las plantas, los frutos, las aguas y todas las demás cosas necesarias para la vida. Y este lugar tiene por nombre Jardín. El Jardín era tan bello y agradable que el Verbo de Dios se personaba con frecuencia en él; se paseaba y entretenía con el hombre prefigurando lo que había de suceder en el futuro, es decir, que el Verbo de Dios se haría conciudadano del hombre y conversaría y habitaría con todos los hombres enseñándoles la justicia.

La creación de Eva
13. Entonces Dios decidió, asimismo, crear una ayuda al hombre, diciendo: No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle el auxiliar que le corresponde (Gn 2,18). Como el sueño no existía en el Jardín, fue inspirado sobre Adán por voluntad de Dios, para realizar una obra a partir de otra obra. Tomó, entonces, una costilla de Adán, llenó de carne el vacío creado, y con la costilla extraída hizo a la mujer y así la presentó a Adán. Éste, en viéndola, exlamó: ¡Ésta si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Su nombre será hembra, porque la han sacado de su hombre! (Gn 2,23).

Adán y Eva en perfecta armonía
14. Y Adán y Eva, pues así se llamaba la mujer, estaban desnudos y no sentían vergüenza, porque su mentalidad era inocente e infantil y no brotaban en ellos imaginaciones y pensamientos como los que engendran en el alma la concupiscencia y la pasión atizadas por el mal.

El mandamiento de Dios
15. Y le impuso Dios algunas reglas, de suerte que, si observaba el mandamiento de Dios, permanecería siempre tal como era, esto es, inmortal. Pero, si no la observaba, se haría mortal, destinado a disolverse en la tierra de donde había sido tomado su plasma. Y éste era el mandamiento: De todo árbol que está en el interior del Jardín, come y aliméntate. Más del árbol de donde procede la ciencia del bien y del mal, de ése sólo no comerás, pues el día que comáis de él moriréis de muerte (Gn 2,16-17).

Satán provoca el pecado, la ruina del hombre
16. El hombre no cumplió el mandato sino que desobedeció a Dios. El ángel lo sedujo, celoso y envidioso del hombre por los numerosos dones con que Dios le había colmado. El ángel, convertido así en jefe y guía del pecado, fue castigado por haber ofendido a Dios, y consiguió al mismo tiempo que el hombre fuera expulsado del Jardín. Y porque con su intento se rebeló y apostató de Dios, fue llamado en hebreo Satán, es decir, apóstata, aunque también le dicen diablo. Dios maldijo además a la serpiente, que había sido disfraz del diablo; maldición que alcanzó al animal mismo y al ángel escondido en él, Satán.

El drama de los hijos de Adán: Caín y Abel
17. Desterrados del Jardín, Adán y su mujer, Eva, padecieron muchas miserias y vivieron en este mundo lleno de tristeza, fatigas y lamentos. Porque el hombre trabajaba la tierra bajo los rayos del sol, y la tierra producía espinas y abrojos, castigo del pecado. Entonces se cumplió el dicho de la Escritura: Adán se unió a su mujer; ella concibió, dio a luz a Caín y, después, dio a luz a Abel. Mas el ángel rebelde, el mismo que impulsó al hombre a la desobediencia, que le había hecho pecador y causado su destierro del Jardín, no contento con el primero, obró un nuevo daño, esta vez sobre los dos hermanos; porque llenando a Caín de su propio espíritu le hizo fraticida. Por esto Dios montó en cólera y maldijo a Caín y desde entonces todos los descendientes en la línea de su sucesión fueron semejantes a su progenitor. Dios, después, hizo que Adán tuviese otro hijo en sustitución del asesinado Abel.

Los Gigantes. La dilatación de la maldad y la disminución de la justicia
18. La maldad, extendiéndose continuamente, alanzó e inundó la raza humana; sólo un poco de semilla de justicia quedaba en ella. Porque, además, sobre la tierra tenían lugar uniones ilegítimas: los ángeles fornicaron con las hijas de los hombres, quienes dieron a luz unos hijos que por su enorme estatura fueron llamados gigantes. Los ángeles les enseñaron la manera de obtener extractos de flores y plantas, tintes y pinturas, joyas y cosméticos, los celos y los amores apasionados, la seducción y la coquetería, los sortilegios de la magia, toda clase de adivinación e idolatría odiados por Dios. Y una vez desencadenadas tales cosas, el mal se expandió hasta desbordar, y la justicia disminuyó hasta casi desaparecer.

El diluvio como juicio de Dios
19. Finalmente, cuando vino sobre el mundo el justo juicio de Dios con el diluvio en la décima generación, contando desde el primer hombre, únicamente Noé fue encontrado justo y, gracias a su propia justicia, fue salvado con su mujer, sus tres hijos y sus mujeres, encerrados en el arca con los animales que Dios había ordenado a Noé introducir en el arca. Los tres hijos de Noé eran Sem, Cam y jafet, y su estirpe volvió a multiplicarse de nuevo. Éstos son el origen de todos los nacidos después del diluvio.

Las bendiciones y las maldiciones en la familia de Noé
20. Pues el más joven de entre ellos, llamado Cam, por haberse reído de su padre y haber sido condenado por pecado de impiedad a causa de ultraje e ignomia para con su padre, atrajese una maldición que le trasmitió a toda su descendencia. Resultó por ello que toda la raza que le siguió fue maldita y en este pecado creció y se multiplicó. En cambio Sem y Jafet, sus hermanos, por razón de su piedad con el padre, obtuvieron una bendición. He aquí los términos de la maldición lanzada por Noé sobre Cam: Maldito sea el joven Cam. Sea el siervo de sus hermanos (Gn 9,25). Cuando alcanzó la edad adulta, tuvo sobre la tierra una posteridad numerosa como una floresta, desarrollándose por catorce generaciones de descendientes, hasta que, tras haber sido condenada, fue sesgada por Dios. De hecho los cananeos, los jeteos, los fereceos, los jeveos, los amorreos, los jebuseos, los guergeseos, los sodomitas, los árabes, los habitantes de Fenicia, todos los egipcios y los libios descienden de Cam y cayeron bajo la maldición, la cual se extendió ampliamente sobre los impíos.

El triunfo de las bendiciones
21. En primer lugar fue bendecido Sem con estas palabras: Bendito el Señor Dios de Sem. Sea Cam su siervo (Gn 9,26). De esta bendición resultó que Dios, Señor del universo, llegó a ser para Sem objeto privilegiado de su piedad; la bendición se desarrolló hasta alcanzar a Abrahán, que, en la posteridad de Sem, llega a la décima generación según el orden genealógico descendente. Y es ésta la razón por la que el Padre, Dios del universo, se complace en ser llamado Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob (Ex 3,6; Mt 22,32; Mc 12,26; Lc 20,37), porque la bendición de Sem llegó hasta Abrahán.

La bendición de Jafet fue formulada del siguiente modo: Que Dios dilate a Jafet y habite en la casa de Sem, y Cam sea su siervo (Gn 9,27). Esta bendición floreció al final de este período, cuando el Señor se manifestó a las naciones por su llamamiento —pues Dios dilató su llamamiento hasta ellas— y a toda la tierra alcanzó su pregón y sus palabras han llegado hasta los límites del orbe (Sal 18,5). Dilatar significa, pues, el llamamiento de entre las naciones, a saber, la Iglesia. Y habitar en la casa de Sem indica la herencia de los patriarcas, por haber recibido en Jesucristo el derecho de primogenitura.

La Alianza universal
22. Después del diluvio, Dios estableció un pacto de alianza con el mundo entero, en particular con todos los animales y con los hombres, en virtud del cual no destruiría jamás con un diluvio lo que reflorece sobre la tierra, y le dio una señal: Cuando el cielo se cubra de nubes, aparecerá en las nubes un arco, y yo me recordaré de la alianza y no volveré a destruir con el agua todo lo que rebulle sobre la tierra (Gn 9,14-15). Y cambió de alimento a los hombres, dándoles orden de comer carne, pues a partir de la primera creatura, Adán, hasta el diluvio, los hombres se alimentaban de solos granos y frutos de árboles; pero el alimento de la carne no les estaba permitido. Pero no comáis carne con sangre, que es su vida, porque yo pediré cuentas de vuestra sangre a cualquier animal y al hombre. Si uno derrama la sangre de un hombre, otro derramará la suya, porque Dios hizo al hombre a su imagen (Gn 9,1-6). Y la imagen de Dios es el Hijo, a cuya imagen ha sido hecho el hombre. He aquí por qué, en los últimos tiempos, se ha manifestado, para dar a entender que la imagen era semejante a Sí. Después de esta alianza el género humano se multiplicó y se propagó a partir de la posteridad de los tres hijos de Noé. Y había, entonces, un solo labio en la tierra, es decir, una sola lengua.

La torre de Babel
23. Levantadas las tiendas, partieron de Oriente y en su peregrinación llegaron hasta la extensa llanura de Senaar, donde decidieron edificar una torre. Buscaban con ella llegar hasta el cielo, pretendiendo, asimismo, dejar su obra como memorial para las futuras generaciones. Construyeron el edificio con ladrillos cocidos y betún; crecía su audacia y temeridad y, gracias a su unión en el mismo objetivo y al uso de una sola lengua, lo que intentaban se realizaba. Pero para que no fuese adelante su obra, Dios dividió sus lenguas con el fin de que no se entendiesen entre ellos. De aquí las diferencias entre los pueblos y la diversidad de lenguas. De hecho tres razas humanas se adueñaron de la tierra. Una de ellas estaba bajo la pesadilla de la maldición, en cambio las dos restantes eran bendecidas. La bendición descendió primero sobre Sem, cuyos descendientes habitaron en Oriente y ocuparon el país de los caldeos.

La alianza con Abrahán
24. Posteriormente, en la décima generación después del diluvio, se encuentra Abrahán que busca al Dios que le corresponde y que le pertenece por la bendición de su antepasado [Sem]. Cuando, siguiendo el ardiente deseo de su corazón, peregrinaba por el mundo preguntándose dónde estaba Dios y comenzó a flaquear y estaba a punto de desistir en la búsqueda, Dios tuvo piedad de aquel que, solo, le buscaba en silencio. Y se manifestó a Abrahán, dándose a conocer por medio del Verbo como por un rayo de sol; le habló desde el cielo y le dijo: Sal de tu tierra, de tu pueblo y de la casa de tu padre; emigra al país que te indicaré y fija allí tu morada (Gn 12,1). Cuando llegó a la tierra que hoy se denomina Judea, habitada entonces por siete pueblos descendientes de Cam, Dios se le apareció en visión y le dijo: A ti y a tu descendencia en futuras generaciones te daré esta tierra como posesión perpetua (Gn 12,7; 13,15; 17,8; Hch 7,2-5). Y añade que su descendencia andaría errante por un país extranjero en el que sería maltratada, afligida y esclavizada a lo largo de 400 años; pero aquélla, en la cuarta generación, volvería a la tierra prometida a Abrahán, y Dios condenaría al pueblo que le había esclavizado a su posteridad. Era incircunciso cuando recibió este testimonio, y para que la grandeza de su fe fuera reconocida con un signo, le dio la circunsición como sello de la justicia de la fe de la incircuncisión (Rm 4,11). Después de esto, según la promesa de Dios, de la estéril Sara le nació un hijo, Isaac, que circuncidó según el pacto que Dios había estipulado con él. De Isaac nació Jacob. De esta manera la inicial bendición de Sem llegó hasta Abrahán y de Abrahán pasó a Isaac y De Isaac a Jacob, gracias a la asignación de la herencia hecha por el Espíritu. Por esto a Dios se le denomina Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob (Ex 3,6; Mt 22,32). Jacob, a su vez, engendró doce hijos, de los cuales tomaron el nombre las doce tribus de Israel.

El misterio de la Pascua
25. Cuando el hambre afligió a toda la tierra, y solamente Egipto contaba con géneros alimenticios, Jacob emigró con toda la familia a aquel país. El número total de los emigrantes ascendía a 75 personas y en 400 años llegaron a ser, según las predicciones, 660.000. Dado que sufrieron muchas vejaciones y opresiones en una cruel esclavitud, y gemían y se lamentaban ante Dios, el Dios de sus padres, Abrahán, Isaac y Jacob, los sacó de Egipto valiéndose de Moisés y de Aarón, después de haber castigado a los egipcios con 10 plagas, en la última de las cuales mandó un ángel exterminador para matar a los primogénitos tanto de los hombres como de los animales. Así salvó a los hijos de Israel, prefigurando de un modo misterioso la pasión de Cristo en la inmolación de un cordero inmaculado y en su sangre, derramada como garantía de inmunidad, para rociar las casas de los Hebreos.

El Decálogo entregado a Moisés
26. Moisés, en el desierto, recibió de Dios la ley: el Decálogo, grabado en tablas de piedra por el dedo de Dios— el dedo de Dios es lo que sale del Padre en el Espíritu Santo—, los preceptos y los derechos que transmitió a los hijos de Israel para que los guardasen.

La explotación de la Tierra Prometida y la peregrinación por el Desierto
27. Cuando estaban cerca de la Tierra Prometida por Dios a Abrahán y a su posteridad, Moisés escogió a un hombre de cada tribu y les envió a explorar aquella tierra, las ciudades y sus habitantes. Entonces fue cuando Dios le reveló el único Nombre capaz de salvar a los que en Él creyeran. Moisés cambió el nombre a Oseas, hijo de Navé, uno de los exploradores, y le puso por nombre Jesús. Y Moisés les envió junto con el Poder de aquel Nombre, persuadido de que los acogería incólumes a su vuelta, por haber sido conducidos por aquel Nombre. Lo que, en efecto, ocurrió. Concluida su misión de espionaje y de exploración, regresaron trayendo un racimo de uvas; pero alguno de los doce exploradores atemorizó y alarmó al pueblo al relatar que las ciudades eran inmensas y fortificadas y que los hombres, hijos de los Titanes, tenían una estatura gigantesca y estaban capacitados para defender su tierra. Al recibir tales noticias, el pueblo lloró, resquebrajándosele la fe en aquel Dios que le fortalecía y le sometía todo el mundo. Pero dos de entre los doce, Jesús, hijo de Navé, y Caleb, hijo de Jefoné, se rasgaron las vestiduras por el mal cometido y suplicaron al pueblo que no se abatiese y desanimase porque Dios le había puesto todo en sus manos y el país era excelente. Dios desvió y cambió su itinerario para que se dispersara y le afligió en el desierto. Y contando un año por cada día de los empleados por el viaje de ida y vuelta por los que habían ido a explorar e inspeccionar el país, es decir, 40 días, Dios los tuvo cuarenta años en el desierto.

El Deuteronomio
28. Transcurridos los 40 años, el pueblo llegó a las cercanías del Jordán y, reagrupándose, se alineó para la batalla frente a Jericó. Aquí, ante el pueblo reunido, Moisés evocó la historia pasada recordando las grandes hazañas de Dios hasta el presente, preparando y disponiendo a aquellos que habían crecido en el desierto a temer a Dios y a observar los mandamientos. Impuso a éstos una nueva legislación, añadiéndola a la que había establecido anteriormente. Este nuevo cuerpo legislativo lo llamó Deuteronomio, es decir Ley segunda, en el que están escritas muchas profecías referentes a Nuestro Señor Jesucristo, al pueblo, a la vocación de los gentiles y al Reino.

La distribución de la Tierra
29. Cuando Moisés estaba a punto de acabar sus días, Dios le dijo: Sube al monte y muere en él, porque no serás tú quien entre con mi pueblo en la Tierra Prometida. Según la palabra del Señor, murió Moisés y le sucedió Jesús, hijo de Navé. Atravesó éste el Jordán, condujo al pueblo a la Tierra Prometida y, vencidos y aniquilados los siete pueblos que la habitaban, la distribuyó entre el pueblo. Allá se encuentra Jerusalén, donde reinaron David y su hijo Salomón, quien construyó el templo en el nombre de Dios a imagen del tabernáculo hecho por Moisés como tipo de las realidades celestes y espirituales.

El envío de profetas
30. Allá a Jerusalén fueron enviados por Dios, por medio del Espíritu Santo, los profetas que aconsejaban al pueblo y lo convertían al Dios Omnipotente de sus padres; como heraldos de la revelación de Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, anunciaban que de la estirpe de David había de florecer Su cuerpo, para que fuese, según la carne, hijo de David —que era hijo de Abrahán— en virtud de una larga cadena de generaciones y, según el Espíritu, Hijo de Dios, preexistente con el Padre, engendrado antes de la fundación del mundo, y aparecido, como hombre, al mundo entero en los últimos tiempos; Él es el Verbo de Dios que recapitula en sí todas las cosas, las del cielo y las de la tierra (Ef 1,10).

La desobediencia y la Encarnación
31. Unió, pues, al hombre con Dios y obró la comunión entre Dios y el hombre, porque no habríamos podido en absoluto obtener participación alguna en la incorruptibilidad si no hubiera venido [el Verbo] a habitar entre nosotros. El Verbo se hizo carne (Jn 1,14) para destruir por medio de la carne el pecado que por obra de la carne había adquirido el poder, el derecho de propiedad y dominio; y para que no existiese más entre nosotros. Por esta razón Nuestro Señor tomó una corporeidad idéntica a la de la primera creatura para luchar en favor de los primogénitos y vencer en Adán a quien en Adán nos había herido.

Adán y Cristo
32. Ahora bien ¿de dónde proviene la esencia de la primera creatura? De la voluntad y de la Sabiduría de Dios y de la tierra virgen. Para dar, pues, cumplimiento a que este hombre, asumió el Señor la misma disposición suya de corporeidad, que nació de una Virgen por la Voluntad y por la Sabiduría de Dios, para manifestar también él la identidad de su corporeidad con la de Adán, y para que se cumpliese lo que en el principio se había escrito: el hombre a imagen y semejanza de Dios.

Eva y María
33. Y así como por obra de una virgen desobediente fue el hombre herido y —precipitado— murió, así también, reanimado el hombre por obra de una Virgen, que obedeció a la Palabra de Dios, recibió él en el hombre nuevamente reavivado, por medio de la vida, la vida. Y que Eva fuese recapitulada en María, a fin de que una Virgen, venida a ser abogada de una virgen [Eva], deshiciera y destruyera la desobediencia virginal mediante la virginal obediencia. El mal es desobedecer a Dios; el bien, en cambio, es obedecer.

La crucifixión cósmica
34. El Verbo, preanunciando por medio del profeta Isaías los acontecimientos futuros —son profetas porque anuncian lo que va a suceder—, se expresa así: Yo no me rebelo ni contradigo. He ofrecido mis espaldas a los azotes y mis mejillas a las bofetadas; no hurtaré mi rostro a la afrenta de los esputos (Is 50,5-6). Así pues, por la obediencia a que se sometió hasta la muerte, pendiente del madero, destruyó la desobediencia antigua cometida en el árbol. Y como el Verbo mismo Omnipotente de Dios, en su condición invisible, está entre nosotros extendido por todo este universo [visible] y abraza su largura y su anchura y su altura y su hondura —pues por medio del Verbo de Dios fueron dispuestas y gobernadas aquí todas las cosas—, la crucifixión [visible] del Hijo de Dios tuvo también lugar en esas [dimensiones, anticipadas invisiblemente] en la forma de cruz trazada [por Él] en el universo.

El cumplimiento de la promesa de Abrahán
35. Se realizó así la promesa hecha por Dios a Abrahán según la cual su descendencia sería como las estrellas del cielo. Cristo cumplió la promesa naciendo de la Virgen, de la estirpe de Abrahán, y convirtiendo en luminarias del mundo a los creyentes en Él y justificando a los gentiles con Abrahán por medio de la misma fe.

Cristo, nacido de la Virgen de la descendencia de David
36. Y cumplió lo prometido a David, pues Dios habíasele comprometido a suscitar del fruto de su seno un Rey eterno, cuyo reino no tendría ocaso. Este Rey es el Cristo, Hijo de Dios hecho hijo del hombre, es decir, nacido, como fruto, de la Virgen descendiente de David; y si la promesa fue del fruto de su seno —a saber un pimpollo de la concepción característica de una mujer, y no del fruto del lomo ni del fruto de los riñones, lo que es característico del varón,— era para anunciar lo que de singular y propio había en la producción de este fruto de un seno virginal procedente de David, que reina en la casa de David, por los siglos, y cuyo reino no conocerá el ocaso.

La Encarnación: destrucción de la muerte y don de la vida
37. En tales condiciones, pues, realizaba magníficamente nuestra salvación, mantenía las promesas hechas a los patriarcas y abolía la antigua desobediencia. El Hijo de Dios se hace hijo de David e hijo de Abrahán. Para cumplir las promesas y recapitularlas en Sí mismo con el fin de restituirnos las vida, el Verbo de Dios se hizo carne por el ministerio de la Virgen, a fin de desatar la muerte y vivificar al hombre, porque nosotros estábamos encadenados por el pecado, y destinados a nacer a través del régimen del pecado y a caer bajo el imperio de la muerte.

Nacimiento, muerte y resurrección de Cristo
38. Dios Padre, por su inmensa misericordia, envió a su Verbo creador, el cual, venido para salvarnos, estuvo en los mismos lugares, en la misma situación y en los ambientes donde nosotros hemos perdido la vida. Y rompió las cadenas que nos tenían prisioneros. Apareció su luz e hizo desaparecer las tinieblas de la prisión y santificó nuestro nacimiento y abolió la muerte, desligando aquellos mismos lazos en que nos habían encadenado. Manifestó la resurrección, haciéndose él en persona primogénito de los muertos; levantó en su persona al hombre caído por tierra, al ser elevado a él a las alturas del cielo hasta la diestra de la gloria del Padre, como había Dios prometido por medio del profeta al decir: Levantaré la tienda de David, caída en la tierra (Am 9,11), es decir, el cuerpo que proviene de David.

Cristo primogénito de toda la cración
39. Si, como primogénito de la mente del Padre, el Verbo perfecto dirige todas las cosas en persona y legifera en la tierra; como primogénito de la Virgen es justo, hombre santo, piadoso, bueno, agradable a Dios, perfecto en todo, libra del infierno a los que los siguen; como primogénito de los muertos es origen y señal de la vida de Dios.

La continúa llamada del Verbo
40. Así pues el Verbo de Dios ostenta el primado sobre todas las cosas, porque es verdadero hombre y admirable consejero y Dios fuerte (Is 9,6), que llama de nuevo [con la resurrección] al hombre a la comunión con Dios para que por medio de la comunión con Él participemos en la incorruptibilidad.

La Iglesia comunica el espíritu de salvación por medio del Bautismo
41. Juan el bautista, el precursor, cuando preparaba y disponía al pueblo para recibir el Verbo de la vida, hizo saber que éste era el Cristo sobre quien el Espíritu de Dios había descansado unido con su carne. Los dicípulos y testigos de todas sus buenas obras, de su enseñanza, de su pasión, de su muerte, de su resurrección, de la ascensión al cielo después  de la resurrección corporal, es decir los apóstoles, con el poder del Espíritu Santo, enviados por Él por toda la tierra, convocaron a los gentiles, enseñando a los hombres el camino de la vida para apartarlos de los ídolos, de la fornicación y de la avaricia, purificando sus almas y sus cuerpos con el bautismo de agua y de Espíritu Santo, distribuyendo y suministrando a los creyentes este Espíritu Santo que habían recibido del Señor. Así instituyeron y fundaron esta iglesia. Con la fe, la caridad y la esperanza confirmaron la llamada a los gentiles, los apóstoles, con la palabra de verdad, exhortaron a los gentiles a guardar su cuerpo sin mancilla en orden a la resurrección y su alma al abrigo de la corrupción.

LA DEMOSTRACIÓN PROFÉTICA (cc. 42-85)
La obra del Espíritu en los fieles y en los profetas
42. En efecto, así deben comportarse los creyentes por el hecho de que en ellos habita permanentemente el Espíritu Santo, donado por el Señor en el bautismo y custodiado por aquel que lo recibe si es que vive en la verdad y en la santidad, en la justicia y en la paciencia. De hecho la resurrección de los creyentes es también obra de este Espíritu cuando el cuerpo acoge nuevamente al alma, y a una con ella resucita por la fuerza del Espíritu Santo y es introducido en el reino de Dios. El fruto de la bendición de Jafet es manifestado por la Iglesia en la llamada a los gentiles que viven en continua obediencia para poder habitar en la casa de Sem, según la promesa de Dios. Que estas cosas hubieran de ocurrir, lo predijo el Espíritu Santo por medio de los profetas, a fin de que cuantos sirven a Dios en la verdad tengan tengan fe firme sobre ellas.

Identidad entre el Verbo y el Hijo de Dios, por medio del cual todo fue hecho
43. A Dios se debe creer todo porque es veraz en todo. Y creer que un hijo existía en Dios y que existía no sólo antes de su aparición en el mundo sino también antes de que el mundo fuese creado. Y Moisés fue el primero en profetizarlo cuando escribió en hebreo: Un Hijo en el principio estableció Dios, luego estableció el cielo y la tierra. El profeta Jeremías lo testimonió cuando dice: Antes de la estrella matutina te he engendrado y antes del sol [es] tu nombre, es decir, antes de la creación del mundo y antes de las estrellas creadas con el mundo. Dice todavía: Dichoso Aquel que existía antes de ser hombre. Pues para Dios el Hijo fue el principio antes de la creación del mundo, pero para nosotros no existe más que desde ahora, es decir, desde cuándo se ha manifestado. Antes, pues, no existía para nosotros porque no lo conocíamos.

El Hijo de Dios conversa con Abrahán
44. Dice también Moisés que el Hijo de Dios se acercó a Abrahán para conversar con él: Y Dios se apareció junto al encinar de Mambré, al mediodía... Y alzando la vista vio a tres hombres de pie frente a él, se postergó en tierra diciendo: Si realmente he hallado gracia a tus ojos... (Gn 18,1-3). Y a continuación lo que él dijo al Señor y el Señor a él. Ahora bien, dos de los tres eran ángeles, pero el tercero era el Hijo de Dios. Con él también habló Abrahán suplicándole por los habitantes de Sodoma, para que no fuesen exterminados si al menos se encontraban allí diez justos. Quiere decir que el Hijo, aquel mismo que conversaba con Abrahán, siendo Señor, había recibido el poder de castigar a los habitantes de Sodoma del Señor desde lo alto del cielo, del Padre, que es Señor del Universo.

Jacob contempla el Verbo
45. Y también Jacob cuando viajó a Mesopotamia, le vio en sueños de pie en lo alto de la escalera, es decir, en el madero que estaba fijo de la tierra al cielo. Pues por este madero los que creen en Él ascienden al cielo, porque su pasión es nuestra ascensión.

El Hijo de Dios conversa con Moisés
46. Fue Él quien en la zarza ardiente conversó con Moisés y dijo: He visto los sufrimientos de mi pueblo en Egipto y he bajado para liberarlo (Ex 3,7-8).
La Unción del Verbo
47. El Padre, pues, es Señor y el Hijo es Señor; es Dios el Padre y lo es el Hijo, porque el que ha nacido de Dios es Dios. Así según la esencia de su ser y de su poder, hay un solo Dios; pero, al mismo tiempo, en la administración de la economía de nuestra redención, Dios aparece como Padre y como Hijo. Y dado que el Padre del Universo es invisible e inaccesible a los seres creados, es por medio del Hijo como los destinados a acercarse a Dios deben conseguir el acceso al Padre.

El primado y realeza de Cristo, Sacerdote eterno
48. Y también dice David: Dice el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, hasta que yo haga de tus enemigos el estrado de tus pies. Desde Sion extenderá el Señor un cetro de poder; ¡domina en medio de tus enemigos! Contigo, al principio, en el día de tu poder, en el esplendor de los santos, del seno, antes de la aurora, te he engendrado. El Señor lo ha jurado y no se arrepentirá. Tú eres sacerdote eterno según el orden de Melquisedec y el Señor están a tu derecha. En el día de su cólera ha quebrantado a reyes; juzgará a las naciones, llenará de ruinas, quebrantará las cabezas de muchos sobre la tierra.

El Hijo de Dios rey universal
49. El Profeta Isaías a su vez afirma: Así dice el Señor Dios al Ungido, mi Señor, a quien yo he tomado de la diestra para que le obedezcan las naciones (Is 45,1; Ps.-Bern. 12,11). En cuanto a la afirmación de que el Hijo de Dios es llamado Ungido y rey de las naciones, es decir, de todos los hombres, David repite que Él es y es llamado Hijo de Dios y rey de todos con estas palabras: El Señor me ha dicho: tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.

Testimonio de los profetas sobre la preexistencia de Cristo
50. Oportunamente, pues, Cristo afirma por medio de David que el padre le habla a él, y por medio de los profetas dice él mismo, a su propia cuenta, las demás cosas, como, por ejemplo, entre otras en Isaías cuando escribe: Y ahora así habla el Señor, el que me plasmó para servidor suyo desde el seno materno para hacer que Jacob vuelva a él, y que Israel se le una.

El Hijo siervo del Padre
51. Porque aquí, sobre todo, del coloquio del Padre con el Hijo y del hecho que aún antes de su nacimiento el Padre se hizo visible a los hombres, se deduce la preexistencia del Hijo de Dios; después, [también se manifiesta] aún antes de nacer, el que había de ser hombre nacido de hombres, el que Dios mismo había de plasmar del seno —es decir, que había de nacer del Espíritu de Dios— el que es Señor de todos los hombres y Salvador de los que creen en Él, de los judíos y de todos los hombres. «Israel», de hecho, es el nombre del pueblo Judío en lengua hebrea, nombre que le proviene del patriarca Jacob, que fue el primero en ser llamado «Israel». Y denomina «Gentiles» a todos los hombres. El Hijo de Dios se llama a Sí propio «siervo del Padre», a causa de su obediencia al Padre, ya que todo hijo, aun entre los hombres, es siervo de su padre.

La preexistencia a la luz de la Escritura
52. Que Cristo, Hijo de Dios, existente antes del mundo, estaba con el Padre y junto al Padre y al mismo tiempo cercano a los hombres y en íntima unión con ellos, rey del Universo, porque el Padre le ha sometido todas las cosas, y Salvador de aquellos que creen en Él, tal es el mensaje de semejantes textos de la escritura.

El signo profético que anuncia al Mesías-Cristo y Jesús-Salvador
53. En hebreo tiene un doble nombre: Mesías-Cristo y Jesús-Salvador. Estos dos nombres indican las obras que había de realizar. En efecto, ha recibido el nombre de Cristo, porque el Padre por su medio y teniendo en cuenta su venida como hombre ha ungido y dispuesto todas las cosas, porque fue ungido por el Espíritu de Dios su Padre, como afirma refiriéndose a Sí mismo en Isaías: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuenta que me ha ungido para llevar la buena noticia a los pobres (Is 61,1). Y el nombre de «Salvador» porque es causa de salvación para todos los que, desde entonces, fueron liberados por Él de toda enfermedad y de la muerte; para los que habían de creer en él después de ellos es también dador de salvación eterna.

Emmanuel: Dios-con-nosotros
54. He aquí el por qué es llamado «Salvador». «Emmanuel» se traduce por «Dios-con-nosotros», o como expresión de buen deseo formulada por el profeta «Dios esté con nosotros». De este modo Él es la interpretación y la revelación de la «buena nueva». Por eso dice: He aquí que una Virgen concebirá y dará a Luz a un hijo (Is 7,14). Y éste, que es Dios, tiene el destino de estar con nosotros.

Admirable Consejero
55. Le llama «Admirable Consejero» sea del Padre sea nuestro. Del Padre, lo indica el hecho de que el Padre hizo con él todas las cosas, según se dice en el primer libro de Moisés, titulado «Génesis»: Y dijo Dios: hagamos al hombre a imagen nuestra y a semejanza (Gn 1,26). Aquí visiblemente habla el Padre al Hijo, como a Admirable Consejero del Padre... Él es también consejero nuestro; habla y no obliga, como Dios, aunque sea igualmente como el Padre «Dios fuerte». Nos aconseja renunciar a la ignorancia y recibir la gnosis, apartarnos del error para encaminar hacia la verdad, rechazar la corrupción para poseer la incorruptibilidad.

La paz y su dominio no tendrán límites
56. E Isaías dice de nuevo: Querrán haber sido consumidos por el fuego, porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; en cuyos hombros estuvo el poder y es llamado con el nombre del Angel del gran consejo. Y traerá la paz entre los príncipes y aun paz y salvación para Él. Grande es su dominio y la paz no tendrá límites sobre el trono de David y su reino, para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre (Is 9,5-7 (LXX)).

El esperado de las naciones
57. Por todo lo que fue dicho y expuesto con la ayuda de los profetas está claro que el Hijo de Dios debía nacer, de qué manera había de nacer y que se daría a conocer como Cristo. Incluso fue predicho en qué país y entre qué hombres debía nacer y darse a conocer. Así lo dio a entender Moisés en el Génesis: No le faltará un príncipe a Judá, ni un jefe de su estirpe, hasta que venga aquel a quien le está reservado; y El será el esperado de las gentes; lavará en el vino su vestimenta y en la sangre de la uva su manto (Gn 49,10-11).

La estrella de Jacob
58. Y Moisés cuando escribe de nuevo: Se levantará una estrella de Jacob y un jefe surgirá de Israel (Nm 24,17), anuncia explícitamente que la economía de su encarnación se realizará entre los hebreos y que Aquel que descendiendo del cielo nacerá de Jacob y de la estirpe judía se ha sometido a esta economía.Porque una estrella apareció en el cielo y si se llama jefe a un rey es porque éste es el rey de todos los salvados. Por otra parte esta estrella apareció, cuando su nacimiento, a los Magos, que habitan en Oriente y por su medio tuvieron conocimiento del nacimiento de Cristo. Guiados por la estrella vinieron a Judea, hasta que la estrella llegó a Belén, donde había nacido Cristo, y entrada en la casa donde estaba acostado el niño envuelto en pañales, se detuvo encima de su cabeza, indicándoles a los Magos al Hijo de Dios, Cristo.

El vástago de Jesé
59. Y el mismo Isaías dice aún más: Saldrá un vástago del tronco de Jesé y de su raíz brotará una flor. Sobre Él se posará el Espíritu de Dios, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y de piedad. Lo llenará el espíritu de temor de Dios. No juzgará por sola opinión ni acusará por solos rumores, sino que juzgará la causa del humilde y tendrá piedad de los humildes de la tierra. Con estas palabras quiere decir que nacerá de aquella que desciende de David y de Abrahán. Efectivamente, Jesé descendía de Abrahán y era padre de David. De este modo la Virgen, que concibió a Cristo, era el vástago. Por esto Moisés hacía sus prodigios ante el Faraón, sirviéndose de un bastón. Entre los hombres el bastón es signo de poder. Llama flor a su cuerpo, que floreció bajo la acción del Espíritu, como antes hemos indicado.

Justo juez
60. En cuanto a: No juzgará por sola opinión, ni acusará por solos rumores, sino que juzgará la causa del humilde y tendrá piedad del humilde de la tierra (Is 11,3-4), da a entender con mayor firmeza su divinidad. Pues juzgar imparcialmente y sin acepción de personas, sin honrar al ilustre y otorgando al pobre lo que merece en equidad e igualdad es conforme a la suprema y celeste justicia de Dios.

La concordancia y la paz universal
61. Reunidos en un solo nombre, lograrán tener costumbres de justos, por la gracia de Dios, cambiando su naturaleza salvaje y feroz. Esto es lo que ha ocurrido ya, pues los que antes eran crudelísimos hasta no retroceder ante ningún acto impío, una vez instruidos sobre Cristo y creído en Él, han dado fe todo a una y han cambiado hasta no retroceder ante ningún exceso de justicia. Tanta es la mudanza que la fe en Cristo, Hijo de Dios, opera entre cuantos en Él creen. Y si dice: Se levantó para enseñorear sobre los gentiles (Is 11,10), es porque, una vez muerto, resucitará y será confesado y creído Hijo de Dios, rey. Por eso dice: Y su resurrección será gloriosa (Is 11,10), esto es, magnificencia, porque en el momento en que fue glorificado como Dios, es cuando resucitó.

La tienda de David y el cuerpo de Cristo
62. Por eso el profeta cuando dice: En aquel día levantaré la tienda de David, caída en tierra (Am 9,11), afirma claramente que el cuerpo de Cristo, nacido de David, como hemos dicho, después de la muerte es resucitado de entre los muertos. Llama tienda a su cuerpo.

Belén: patria de David
63. A su vez el profeta Miqueas indicó también el lugar del nacimiento de Cristo, a saber en Belén de Judá.

Rey para siempre
64. A su vez dice David que Cristo nacerá de su posteridad: Por causa de David, tu siervo, no apartes el rostro de tu Cristo. El Señor juró a David la verdad y no la mentira: del fruto de tu seno pondré sobre tu trono, si tus hijos guardan mi alianza y mis testimonios, objeto de mi pacto con ellos, y el hijo de ellos será hasta la eternidad (Sal 131,10-12).

La entrada en Jerusalén
65. Cómo hizo su entrada en Jerusalén, la capital de Palestina, donde estaba su residencia y el Templo de Dios, díjolo Isaías: Decid a la Hija de Sión: he aquí viene a ti tu rey, dulce, sentado en un asno, sobre un borrico, hijo de asna (Is 62,11). Entró en Jerusalén sentado sobre un pollino de asna, y la muchedumbre alfombraba el camino con sus mantos para que pasase por encima. Hija de Sión es el nombre dado a Jerusalén .

El anuncio de los profetas
66. Los profetas anunciaban entonces que el Hijo de Dios había de nacer, cómo y dónde había de nacer y quién es Cristo, el único rey eterno. Han predicho también, que una vez hecho hombre, había de curar a los que curó, de resucitar a los muertos que ha resucitado, que había de ser odiado, despreciado, torturado, matado y crucificado, tal como fue odiado, despreciado y matado.

Los milagros de Jesús
67. Trataremos ahora de las curaciones. Dice Isaías: El soportó nuestras dolencias y aguantó nuestros dolores (Is 53,4; Mt 8,17), es decir, soportará y aguantará. A veces el Espíritu de Dios narra en los profetas como pasados, acontecimientos que han de suceder en el futuro. Esto acontece porque en Dios lo que es establecido, determinado y destinado a existir ya es considerado como existente y el Espíritu se expresa teniendo en cuenta el tiempo en que se realiza la profecía

La Pasión de Cristo
68. Isaías dice que había de ser despreciado, torturado y finalmente matado: He aquí que mi Hijo comprenderá: será exaltado y glorificado sobremanera. El profeta Jeremías repite lo mismo en estos términos: Presentará la mejilla al que lo hiere y será colmado de oprobios (Lm 3,30). Todo esto lo sufrió Cristo.

La Pasión y su sentencia
69. Isaías continúa así: Merced a sus llagas hemos sido curados todos. Errábamos como un rebaño, cada uno iba por su camino y el Señor lo consignó por nuestros pecados (Is 53,5-6.7). Está claro que por voluntad del Padre le han sucedido estas cosas en favor de nuestra salvación. Y luego prosigue: A pesar de sus padecimientos no abrió la boca; como oveja fue llevado al matadero; como un cordero ante el esquilador está sin voz (Is 53,7).

La generación inenarrable
70. A continuación dice: ¿Quién narrará su nacimiento? (Is 53,8).Esto se dijo para ponernos en guardia con el fin de que no le tengamos como a un hombre insignificante y de poca importancia por razón de sus adversarios y de los dolores de su pasión.

La vida a la sombra de su cuerpo
71. Dice en otra parte Jeremías: El Espíritu de nuestro rostro es el Señor Cristo; cómo fue apresado en sus redes, aquel de quien hemos dicho: A su sombra viviremos entre las naciones (Lm 4,20). La Escritura dice que Cristo, aun siendo Espíritu de Dios, debía hacerse hombre sometido al sufrimiento, y revela en cierto modo sorpresa y sobresalto ante la Pasión que debía sufrir Aquel a cuya sombra hemos dicho que íbamos a vivir.

La muerte del justo
72. Y el mismo profeta, a propósito de la Pasión de Cristo, dice lo siguiente: He aquí como el justo ha perecido y nadie hace caso; los hombres justos son quitados de en medio y nadie se entera, pues el justo es llevado en presencia de la injusticia.

La muerte (sueño) y resurrección según David
73. Y dice de nuevo David a propósito de la muerte y de la resurrección de Cristo: Yo me acosté y me dormí; me desperté porque el Señor me acogió (Sal 3,6).

Herodes y Pilato
74. Sobre la Pasión de Cristo, David dice: ¿Por qué se agitan los gentiles y los pueblos planean fracasos? Se alían los reyes de la tierra y los príncipes conspiran contra el Señor y su Ungido (Sal 2,1-2; Hch 4,24-28.

El anuncio de la Pasión
75. Y, a propósito de la Pasión, dice todavía el mismo profeta:  abiertamente que debía sufrir todo esto y que ésta era la voluntad del Padre, puesto que por voluntad del Padre sufrió la Pasión.

La captura de Jesús
76. Zacarías se expresa así: Alzate, espada, contra mi pastor, contra el hombre, mi compañero; hiere al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño (Za 13,7; Mt 26,31; Lc 14,27). Y esto sucedió cuando fue capturado por los judíos.

Jesús motivo de reconciliación entre Pilato y Herodes
77. Precisamente en esta situación Pilato remitió a Cristo, a quien se lo había enviado, atado a Herodes con el ruego de que le interrogase para confirmar lo que quería hacer con Él. De este modo Cristo se convirtió en un buen pretexto para reconciliarse con el rey.

La bajada a los infiernos
78. Y en Jeremías, ve con qué términos se expresa para dar a conocer su muerte y su descenso a los infiernos: Y el Señor, el Santo de Israel, acordándose de sus muertos, de los que estaban ya dormidos en el polvo de la tierra, y descendió a ellos para llevarles el Evangelio de su salvación y salvarles.

Profecías sobre la Cruz
79. Y de nuevo en torno a su cruz Isaías dice: Extendí las manos todo el día hacia un pueblo indócil y rebelde (Is 65,2). Así prefiguraba la cruz. Y todavía más claramente David: Perros de caza me rodearon, una multitud de malvados me ha cercado; me han taladrado mis manos y mis pies (Sal 21,17). Y nuevamente: Mi corazón se hizo como cera líquida en medio de mis entrañas; han descoyuntado mis huesos (Sal 21,15

Profecías sobre los vestidos 80. Nuevamente dijo David: Ellos me miraron fijamente. Se dividieron mi vestido y echaron a suertes mi túnica (Sal 21,19).
Judas, la venta de Cristo y la compra del campo a un alfarero
81. El profeta Jeremías añade: Tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había mandado el Señor (Mt 27,9). En efecto, Judas, uno de los discípulos de Jesús, habiéndose comprometido con los Judíos y habiendo sellado con ellos un pacto —de hecho sabía que le querían matar— y porque había sido reprendido por Él, aceptó los treinta denarios del país y le entregó a Cristo.

Profecía sobre el vinagre mezclado con hiel
82. Y una vez crucificado, al pedir de beber, le dieron vinagre mezclado con hiel. Y esto mismo lo había dicho David: Me dieron por alimento hiel, y en mi sed me dieron a beber vinagre (Sal 69,22; Mt 27,34; Jn 19,28).

La Ascensión
83. He aquí lo que dice David de la Ascensión al cielo, después de la resurrección de entre los muertos: Los carros de Dios a decenas de millares, y millares los cocheros. El Señor está entre ellos, en Sión, en el Santuario; subió a lo alto, cautivó al cautiverio; ha recibido y entregado dones a los hombres (Sal 67,18-19).

El triunfo del Rey de la gloria
84. La misma cosa dice nuevamente David: Alzad, oh príncipes, vuestras puertas; levantaos, puertas eternas, y entrará el rey de la gloria (Sal 23,7). Las puertas eternas son, efectivamente, los cielos.

El Juicio
85. Resucitado y subido al cielo, aguarda a la diestra del Padre el momento por Él fijado para juzgar a todos sus enemigos que a Él habían de ser sometidos. Los enemigos son todos los que fueron hallados en rebelión: ángeles, arcángeles, principados, tronos, que menosprecian la Verdad.

LA BUENA NOTICIA (cc. 86-97)
El testimonio de los Apóstoles
86. Ahora bien, si los profetas han vaticinado que el Hijo de Dios debía manifestarse sobre la tierra y han predicho el lugar, la manera y la forma de su manifestación sobre la tierra, y si en el Señor se han cumplido todas estas predicciones, nuestra fe en Él está bien fundada, es auténtica la tradición de la predicación, es decir, el testimonio de los Apóstoles. Éstos, enviados por el Señor, han predicado por el mundo entero que el Hijo de Dios había venido para sufrir la Pasión, la había soportado para destruir la muerte y dar vida al cuerpo, y que dando fin a la hostilidad hacia Dios, es decir, a la iniquidad, hemos de obtener su paz cumpliendo lo que es de su agrado.

El primado del amor
87. Pero no es con la locuacidad de la ley como se salva el género humano sino con la brevedad y precisión de la fe y de la caridad. Isaías dice: Una palabra concisa y breve en la justicia, porque Dios enviará una palabra concisa, con eficacia, sobre toda la tierra (Is 10,23 (LXX); Rm 9,28). De ahí que Pablo afirme: El amor es la plenitud de la ley (Rm 13,10).Pues el que ama a Dios cumple la ley. Cuando le preguntaron al Señor: ¿Qué mandamiento es el primero de todos?, respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu fuerza; y el segundo es similar a éste: Amarás al prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden la ley y los profetas (Mc 12,30; Mt 22,37).

Salvados por un hombre-Dios
88. Y que después de la Ascensión había de ser elevado sobre todas las creaturas y que nadie había de ser parangonado o comparado a Él, lo dice Isaías: ¿Quién es juzgado? Que comparezca. ¿Quién es justificado? Que se acerque al Hijo del Señor. Ay de vosotros que os consumís como un vestido y la polilla os roerá. El hombre será humillado y abatido. Sólo el Señor será exaltado con aquellos que serán enaltecidos (Is 50,8.10.9; 2,17).

El Espíritu sobre la faz de la Tierra
89. A los que fueron así liberados [Dios] no quiere llevarlos de nuevo a la legislación de Moisés —pues la ley se cumplió en Cristo—, sino salvarlos mediante la fe y el amor hacia el Hijo de Dios en la renovación de la Palabra, como lo dio a entender Isaías cuando exclamó: No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que renuevo a quien va a germinar ahora, y vosotros le conoceréis. Abriré un camino en el desierto, y en la región árida ríos para dar de beber a mi nación y a mi pueblo elegido, que adquirí para contar mis hazañas (Is 43,18-20).

La novedad del Espíritu
90. Nuestra vocación, pues, acontece en la novedad del Espíritu y no en la letra vieja, como profetizó Isaías: Mirad que llegan días, dice el Señor, en que yo con la casa de Israel y la casa de Judá haré [una alianza nueva no como] la alianza que hice con sus padres cuando los llevé de la mano para sacarlos de Egipto, pues ellos quebrantaron la alianza y yo me desinteresé de ellos, dice el Señor.

La apertura de la nueva Alianza (= N.T.)
91. Y estas promesas habían de ser una herencia en el tiempo de la vocación de los gentiles, para quienes fue también inaugurada la nueva Alianza; así lo recuerda Isaías en estos términos: Dice el Dios de Israel: En aquel día el hombre pondrá su esperanza en su Creadora y sus ojos contemplarán al Santo de Israel; y ya no pondrán su esperanza en los altares de los ídolos, ni en las obras de sus manos, que fabricaron sus dedos (Is 17,6-8).

Manifestado a los que no le buscaban
92. Y que debía manifestarse en medio de nosotros —porque el Hijo de Dios se haría hijo del hombre— y que nosotros habíamos de encontrar al que desconocíamos, lo afirma el mismo Verbo en Isaías: Me he manifestado a los que no me buscaban; he sido hallado por los que no preguntaban por mi. Dije: Aquí estoy ante un pueblo que no había invocado mi nombre (Is 65,1; Rm10,20).

Profecías sobre el pueblo de Dios
93. Que este pueblo estaba llamado a ser un pueblo santo, lo vaticinó Oseas, uno de los doce profetas: Al no-pueblo-mío lo llamaré pueblo mío y al no-amado será amada. Donde se diga no-mi-pueblo, allí se llamarán hijos del Dios viviente (Os 2,25; 1,9; Rm 9,25,26). También Juan Bautista vuelve a decir lo mismo: Dios puede hacer surgir de estas piedras hijos de Abrahán (Mt 3,9).

La Iglesia y la Sinagoga

94. De ahí que por la nueva llamada se realiza un cambio de corazones entre los gentiles por medio del Verbo de Dios que se encarnó y puso su tienda en medio de los hombres, como dice Juan, su discípulo: Y su Verbo se hizo carne y habité entre nosotros (Jn 1,14).

La incorporación de los Gentiles
95. Moisés dice en el Deuteronomio que los Gentiles estarán a la cabeza y el pueblo incrédulo a la zaga. Y poco después: Habéis provocado mi celo con vuestros no-dioses, me habéis irritado con vuestros ídolos; yo provocaré vuestro celo con uno que no es pueblo y os irritaré con un pueblo insensato (Dt 32,21).

La superación de la Ley
96. Por lo tanto no necesitamos de la ley como pedagogo; he aquí que nosotros hablamos con el Padre y estamos en su presencia convertidos en niños sin malicia y afincados en la justicia y honestidad.

La salvación en Jesucristo
97. Por la invocación del nombre de Jesucristo, crucificado bajo Poncio Pilato, Satanás fue alejado definitivamente de entre los hombres. Allí donde haya alguien que creyendo en Él y haciendo su voluntad le recuerde e invoque, Jesús se hace presente y atiende las súplicas de quien le invoca con corazón puro.

CONCLUSIÓN (cc. 98-100)
A modo de conclusión
98. Ésta es, mi querido amigo, la predicación de la verdad y la imagen de nuestra salvación: así es el camino de la vida que los profetas han anunciado, el que Cristo ha instituido, que los Apóstoles han consignado y que la Iglesia transmite a sus hijos a través de toda la tierra. Debe ser custodiado con mimo y con voluntad decidida para agradar a Dios con las buenas obras y con un modo sano de pensar.

Las desviaciones de los herejes
99. Por lo tanto, que ninguno piense que existe otro Dios Padre distinto de nuestro Creador, como lo imaginan los herejes, que desprecian al Dios verdadero y hacen un ídolo del Dios inexistente, creándose un padre por encima de nuestro Creador y tienen para sí el haber descubierto algo más grande que la verdad. En realidad todos estos son impíos y blasfeman contra su Creador y Padre como ya hemos demostrado en la Exposición y Refutación de la falsa gnosis. Otros, todavía desprecian la venida del Hijo de Dios y la economía de su encarnación trasmitida por los Apóstoles y vaticinada por los profetas para la restauración de la humanidad, como concisamente hemos demostrado. También a estas personas hay que contarlas entre los incrédulos. Otros todavía no acogen los dones del Espíritu Santo y rechazan el carisma profético, por cuyo rocío el hombre produce frutos de vida divina. De estos dice Isaías: Serán como un terebinto sin hojas y como un jardín sin agua (Is 1.30). Estos no son de utilidad alguna para Dios, pues no producen frutos.

Hay que mantenerse lejos del error
100. En lo referente a los tres artículos de nuestro bautismo, el error motivó muchas digresiones lejanas de la verdad. Porque o desprecian al Padre, o no acogen al Hijo hablando en contra de la economía de la encarnación, o rechazan al Espíritu, es decir, desechan la profecía. Debemos defendernos de esta clase de personas, evitar sus caminos si de verdad queremos agradar a Dios y obtener la salvación.

Demostración de la predicación apostólica de San Ireneo. Gloria a toda la Santa Trinidad, Dios único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, providencia universal, eternamente. Amén.

Comentario personal:
Este documento es una demostración de la Predicación Apostólica de Irineo de Lión dirigida a su amigo Marciano y le promete un compendio de la fe cristiana. La primera parte es una justificación del escrito de Ireneo, ya que escribe todo esto, contra las herejías de su tiempo, al final del documento lo deja entrever. Manifiesta las Reglas de la fe: fundamento de la verdad y de la salvación luego inicia una catequesis Apostólica o el kerigma trinitario (cc. 4-41). Y justifica la creación como obra de la trinidad, Dios crea por medio del Verbo y del Espíritu; y nos reflexiona los tres artículos de la Fe: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y la formula bautismal válida para los primeros Cristianos, un nuevo nacimiento en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Luego nos va manifiesta las bondades del Padre que es justo y fiel. Y regresa a explicar que el padre se manifiesta por el Hijo y por el Espíritu Santo.
Después de la justificación trinitaria inicia la historia de la salvación desde la creación del hombre a imagen y semejanza del Dios creador, y de las delicias de la creación creada por Dios para el hombre mismo, que lo cuida como a un niño en un jardín. Luego ve la necesidad de crearle una compañera que es sacada desde sus huesos y de su propia carne que se le podrá por nombre Eva. Aquí hay que dejar claro que se usó la versión yavista de la creación.
Toda la creación es armonía y la mayor prueba de esa armonía es Adán y Eva, Ireneo explica los designios de Dios haciendo una relectura de toda la creación, sigue narrando y manifiesta la caída del hombre por el pecado de desobediencia, esto generara un drama que seguirá presente en toda la creación.
Ireneo echa mano de toda los pasajes que pueda para justificar el ministerio de Jesucristo, habla de Caín y Abel, del diluvio como juicio de Dios, Las bendiciones y las maldiciones en la familia de Noé, hasta que llega a la Alianza Abrahán sellada con Abraham, en la que le promete una descendencia que sería tan grande como las estrellas del cielo y le daría una tierra prometida solo si lo adoraba como su Dios.
Otro de los puntos centrales de la predicación de Ireneo será el misterio de la Pascua judío por el cual regresa a la tierra prometida, y el Decálogo entregado a Moisés, la exploración de la Tierra Prometida y la peregrinación por el Desierto, las normas mosaicas del Deuteronomio, la conquista y la distribución de la Tierra prometida. Llega al envío de los profetas que intenta traer a colación todas las profecías que hablen del cumplimiento de la promesa de Abrahán, un Cristo, nacido de la Virgen de la descendencia de David, La Encarnación del salvador y la destrucción de la muerte y don de la vida, el Nacimiento, muerte y resurrección del Cristo, aquí Ireneo intenta hacer una relectura a la luz del Antiguo Testamento justificando la predicación de Cristo (cc. 42-85).
Ireneo intenta decir que el verbo de Dios, por medio del cual todo fue hecho, siempre estuvo hablando a lo largo de la Historia del pueblo de Israel, el Hijo de Dios conversó con Abrahán, Jacob, Moisés con esto lo une a todo el pueblo judío con las figuras más importantes. Y coloca en boca de los profetas todos los títulos del nuevo mesías que se le llamara Jesús, la Unción del Verbo, el primado y realeza de Cristo, Sacerdote eterno, el Hijo de Dios rey universal, el testimonio de los profetas sobre la preexistencia de Cristo, el Hijo siervo del Padre, el signo profético que anuncia al Mesías-Cristo y Jesús-Salvador, el Emmanuel: Dios-con-nosotros, el Admirable Consejero, la estrella de Jacob, el vástago de Jesé, el Justo juez, los profetas colocan el nacimiento del mesías en Belén: para emparentarlo con David, y así denominarlo, Rey para siempre.
Luego se acerca a la vida y obra pública del mesías, el hijo de Dios, al mismo Jesucristo y va colocando premisas que lo identifica con el mesías ungido, esperado desde los profetas, como hace milagros en la Galilea, Samaría y en toda la Palestina, luego como sufre la pasión y es predicha por los mismos profetas que luego desembocara en la muerte del mesías, para que luego al tercer día como estaba escrito resucitaría salvándonos de nuestros pecados y reconciliando al hombre nuevamente con Dios. Su propia Ascensión y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y a muertos. Luego se narrara los hechos de los apóstoles como la Buena Noticia (cc. 86-97)
La conclusión (cc. 98-100) de este bello escrito, pudiera denominarlo Apologista que defendía la fe que se creía, haciendo una relectura del acontecimiento Cristo desde el Antiguo Testamento y una clara advertencia encontrar de las  desviaciones de los herejes de su tiempo.


Referencia bibliográfica Documento tomado de esta Fuente: Colección Fuentes Patrísticas, volumen 2, por Eugenio Romero Pose. Editorial Ciudad Nueva www.ciudadnueva.com

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